Restaurante Le Gran Café Rouge // Barcelona / Mayo del 2022




































                                   






Hacía mucho que quería comer una 'tête de veau' hervida entera en un restaurante y no adquirida cortada en un puesto casquero, que llegara al comedor en una bandeja como homenaje a Salomé en versión comestible. Y sabía que era un reto necesitado de un cocinero kamikaze, con técnica y arrojo, al menos, lejos de Francia, donde existe una gran tradición, aunque tampoco creo que allí sea habitual que la chaveta sea presentada en la sala sin fisuras.

La cita era en Le Gran Café Rouge, situado en un lugar que fue el límite norte de Barcelona y de la pobreza y donde hoy venden pisos de dos millones y medio de euros.

A la dirección de ese establecimiento de techos altos, cristales inacabables y paredes rojas, Romain Fornell, hacedor de restaurantes y con una estrella en el Caelis.

Con un cuchillo que cortaba con solo mirarlo, Romain despachó el primer servicio, con morro, oreja, salsa gribiche y cucharada de caviar (muy bien); el segundo, corte de la parte superior y de las carrilleras, salsa gribiche y también salsa ravigote, y unas zanahorias y patatas perfectas (requetebién) y el tercer servicio, más carrillera y lengua (requetetetebién).














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