David Andrés ficha por Via Veneto tras salir de Àbac // Barcelona







Maletas con ruedas en marcha en la alta cocina barcelonesa: el 18 de mayo, el cocinero David Andrés hizo público un comunicado con el que dejaba atrás su etapa como jefe de cocina del restaurante Àbac, donde manda Jordi Cruz. El 25 de abril otra notificación había anunciado que Sergio Humada abandonaba Via Veneto para una aventura personal en Lasarte-Oria (Guipúzcoa) llamada Casa Humada. La oportunidad de un fichaje sin sangre (sin ‘robo’ a la competencia) era evidente: David se hará cargo de las heroicas –e históricas– cocinas de Via Veneto, establecimiento que ha superado el medio siglo alejado de la melancolía. El lunes comenzará la nueva etapa.

Apartemos los avisos y dirijámonos a los protagonistas. Con la salida de Sergio, que estuvo casi seis años en la calle de Ganduxer, los Monje, Josep (padre) y Pere (hijo), comenzaron a otear posibles delanteros, alguien que mereciera la camiseta del 10. El ‘entrenador’ Pere, quien dirige el restaurante, lo cuenta: “Estamos obligados a hacer seguimiento de gente con potencia. Teníamos muchas vías abiertas. Pero saber que David se había desvinculado de Àbac facilitó las cosas”. Aprecian el “extraordinario conocimiento técnico” del cocinero, pero les ha cautivado “la persona”. “Para el nivel de sintonía es muy importante”.

David, propietario del restaurante y hotel Somiatruites en Igualada, ha estado nueve años en Àbac, adonde llegó “sin saber usar el cuchillo” y de donde ha salido con competencia de cinturón negro en cocina. Un talento explosivo que dirigirá ahora una institución barcelonesa: “Tengo respeto. Es una oportunidad súper ‘top’. Quiero seguir avanzando. ¡Una casa tan sólida! Mucho respeto, y mucha ilusión”. Acierta con tener prudencia. Via Veneto ha sido una mina de chefs talentosos y determinantes: el citado Sergio, Carles Tejedor, Josep Muniesa y Josep Bullich.

David ha cumplido los 31 años. Sergio tenía menos de 30 cuando llegó. Es relevante señalar que un restaurante nacido en 1967 busca mentes frescas y, a la vez, experimentadas para una renovación permanente, capaces de que lo nuevo y lo viejo encajen. Pere Monje habla de “inconformismo” y de que el “talento llama al talento”. Y David de “simbiosis”. Quiere aprender y da, a cambio, “ambición y energía”. Fue campeón de hockey y sabe qué es ganar sobre ruedas.



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