Restaurante Windsor // Barcelona / Octubre del 2025





















Windsor
Còrsega, 286. Barcelona
Tf: 93.237.75.88
Precio medio (sin vino): 60 €
Menú Catalunya: 69 €


Restaurante Windsor: la aerotermia de la olla aranesa calienta Barcelona



El Windsor, restaurante de ‘cuina catalana’ con nombre de camisería, se plantará en el 2026 con 30 años y, siempre bien vestido, acaba de afrontar una reforma que aún lo ha dejado más gentil y le ha aportado rayas de alegría y colorido. Una de las mejores sala de la ciudad con una terraza interior que es un regalo para los inviernos ciclotímicos.

Joan Junyent, el jefe, y David Rodríguez, el cocinero, tienen ganas, tienen inquietudes, tienen compromiso con la raíz, de manera que van inventando atractivos para que el público no flojee.

El último es el llamado Menú Catalunya, un viaje con más kilómetros que aquel que nombraron Menú Barcelona, exploratorio de recuerdos de lo que se comía en la metrópolis. La excusa, que no necesitan, es ese paraguas, sombrillita o parasol, según el uso, llamado Regió Mundial de la Gastronomia.

“Queremos ser didácticos”, coinciden Joan y David en la palabra. “Guiñar el ojo al que llega de fuera”, extiende el chef.

Organizados por zonas geográficas, más el aperitivo y los postres, son una veintena de bocados, entre ellos, una crema catalana de considerable tamaño que dejará ahíto a los quejicas del plato pequeño. Si llego a estar en Montserrat o la Pica d’Estats, caigo rodando.

Sin querer, en Windsor han inventado el plato combinado a la catalana, con la unión en el mismo espacio, bajo el nombre de L’Interior, de la ‘coca de recapte’, el bacalao con muselina de ajo y tomate y la ‘amanida’ catalana, una prescindible escarola con embutidos. En cambio, antes de decir amén, apareció una tortilla con setas escabechadas para resucitar muertos.

El penúltimo paso, llamado La Muntanya, tuvo el mejor conjunto o composición: ‘trinxat amb rosta’, canelón (masa de ‘wonton’) de ciervo con ‘moixernons’ y olla aranesa.

Sobre manteles blancos, la cumbre de Aran: caldo sabroso y fino, sin notas de rancio, delicado y contundente al mismo tiempo, con esa aerotermia que son la butifarra negra, las ‘pilotilles’, el ‘coll de xai’, la col, las ‘mongetes’, los fideos, los mini 'galets'… De las mejores que he comido, y un hito difícil de encontrar en Barcelona.

Las ‘escudelles’ fueron el motor de los trabajadores y porque se trataba de un recurso de diario y subsistencia quedaron apartadas en tiempos de bonanza, que hemos recuperado con una nostalgia que enmascara aquella realidad de deslomados.

La ‘escudella’ actual es una síntesis, alejada del necesario barroquismo de la olla aranesa o de la ‘barrejada’, donde los solistas comparten protagonismo con el coro.

La palabra 'sustancia' no solo se refiere a sabor, sino también a esencia. Esta olla es sustanciosa en ambos sentidos.

Con la crema, la cucharada de ‘mel i mató’, la ‘catània’ y el ‘carquinyoli’, el porrón con mistela.

Miré furtivamente a los señores alrededor para ver cuántos superaban la prueba del chorrito, el temblor y la conexión con el origen.




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