Cómo se cocina un genio









En el aeropuerto de Madrid, el viernes 18 de noviembre, antes de subir a un avión que aterrizaba con retraso, le pregunté a Ferran Adrià si era consciente de lo esplendorosa que había sido su vida. "No. Nunca me lo he planteado".

Sin terminar la frase, comenzó a enumerar los compromisos de la agenda, que tiritaba de miedo y bulimia: las conferencias para Telefónica, la continuación del catálogo general, la edición de la revista Matador (que se bulliniza al completo en el número Ñ), la peli de Hollywood y el primer guión, que guardaba en la maleta como un corazón trasplantado para una primera lectura.

 "Si la película sale, y sale bien, será definitivo". Para Ferran lo último siempre es lo "definitivo". Pero lo cierto es que ese filme, si sale bien, dejará poso en la mente popular, la que ahora cultiva, tras aceitar la de los intelectuales. En el horizonte, El Bulli Foundation. "¿Sabes cuál es tu futuro? ¿Piensas en los próximos tres, cuatro años?", seguí inquiriendo. "Pienso en los próximos 30 años. Pienso en vivir con Isabel en cala Montjoi". Nunca le vi antes una mirada tan lejana, y feliz, con el runrún de las olas.

Veníamos de un acto organizado por Arcadi Espada, presidente de Ibercrea, de nombre a lo génesis: La creación del mundo. Otros autores (David Trueba, Stepehn Vizinczey, Fernando Savater) habían conferenciado sobre la fundación de sus universos y a Ferran le correspondió contar Cómo se hace un plato.

Con una naranja --que es el mundo-- fue soltado los gajos de su pensamiento. Fue una de las charlas que más disfruté. Lo precedí con la presentación, con un texto que titulé Cómo se cocina un genio, palabra que le incomoda como un cojín de púas. Pero, qué le vamos a hacer, es un genio y tiene que convivir con el venenoso elogio.

Entresaco dos párrafos de lo que escribí:

"En el 2001 comienza el catálogo general, que acaba con el plato 1846, homenaje al viejo y denostado maestro Auguste Escoffier, acortando los tiempos, acercando lo viejo y lo nuevo. ¿Qué significa esto? Conciencia de uno mismo. Ferran lo guarda todo. Es una gran almacén de sí mismo. De los bolis que hurta en los hoteles a las agendas, fuente primigenia de conocimiento. Ha sabido siempre que iba a trascender. Conciencia de uno mismo".

Y este otro:

"En el 2007 expuso --es un decir-- en la Documenta de Kassel. Qué chasco se llevaron los periodistas que creyeron que se hartarían de esferificaciones y croquetas líquidas. La obra de arte era El Bulli. La obra de arte era el artista. El Bulli, otra vez, rompiendo los límites, expandiéndose, conquistando territorios. Un restaurante libre, el primero de la Historia. Pensemos en eso. El primer restaurante libre de la Historia, al margen del mercado". 




  

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