El restaurante de la humillación







Ceja. En estos meses he desarrollado un vicio del que me apartará el tiempo, y el tedio: ese programa de Cuatro titulado First dates y que presenta un Carlos Sobera con poco movimiento de cejas. Lo peor es cuando Sobera se transmuta en consejero del corazón y suelta, muy sentencioso, frases ridículas sobre el ligue y sus consecuencias.


Sopor. Jamás he sentido atracción por los realities, ni por los blancos ni por los oscuros, ni por los arrullos de Operación Triunfo ni por la feria monstruosa de Gran Hermano. Cada vez que he intentado atender esos espacios, el sopor y la vergüenza me han hecho cambiar de canal. ¿Por qué me atrae, entonces, First dates? Porque la vida –la primera cita– se presenta en carne viva, y, con ella, lo estúpido y lo glorioso. Espiar a los seres humanos en un momento de intimidad –nada que ver con ensayadas posturas de los semi profesionales de GH– satisface la curiosidad de la especie.


Depredación. Se ha publicado que han desaparecido ¡2.000 kilómetros! de la Gran Muralla de China, una parte en las maletas de los turistas que los han recogido como suvenires para que, tiempo después, acumulen polvo y olvido en las estanterías de sus casas. Disimulamos nuestras depredaciones con argumentos poéticos. Por ejemplo, los montículos de piedras en las costas de las islas Baleares: creemos que dejamos huella con un gesto simbólico e inocente y lo que hacemos es contribuir a la destrucción del paisaje. Por favor, dejadlo como estaba. “Solo son piedras”. Pues multiplica esas chinas por varios miles, listillo, y entenderás la magnitud. ¿Cuántas playas hay repartidas por tarros de cristal que nunca miramos ni abrimos? ¿Para qué trasladar esa arena que tiene sentido y relevancia en el lugar de origen? Menos agresivo sería envasar el aire de aquellos días en los que fuimos felices: aunque igual de idiota.


Criatura. Sé que First dates se sustenta en un cásting sin fisuras y que experimentan con las criaturas y que pese a la artificiosidad de la atmósfera hay –muchas noches– dosis de verdad, algunas grajeas de autenticidad. La gracia, entiendo, es mezclar lo extraño con lo corriente, los dúos de ángeles y los de macarras.


Descerebrado. Se cuela en mi móvil una wifi con un nombre asqueroso: Viva Hitler Hijosdeputa. Se me hiela la sangre y la conexión. ¿Alguien puede eliminarlo? ¿Tienen las compañías alguna responsabilidad sobre esto? ¿Queda registrado el usuario en algún lugar desde el que deshilar la cuenta hasta el descerebrado?


Burla. ¿Cómo es que tantas personas sencillas se exponen a las burlas públicas en First dates? Gente mayor –alguna, muy mayor– y gente joven –alguna, muy joven– que tiene la necesidad de recurrir al celestino de la tele para emparejarse. ¿De verdad que un chaval de 18 años, tímido y vulnerable, necesita arrimarse al calor de las cámaras para compartir intimidades con un desconocido? La respuesta sencilla sería escribir que, en la era de la exhibición, dar la cara solo es otro paso hacia la desnudez social. Lo comprendo al ver algunas jetas sospechosas, yonquis de la televisión que vagabundean de programa en programa, pero dudo cuando se presenta una chica cualquiera –o un chico– que se sienta con el miedo a la silla eléctrica. Puede que no valoren como nosotros, más mayores, qué significa esa exposición solar y que confundan la tele con alguien de su familia por la cantidad de horas que comparten: conviven con la malignidad sin protección.



Humillación. El momento horrible es al final, cuando cada emparejado decide si quiere una segunda cita y uno de ellos dice que ‘sí’ y el otro, que ‘no’. La cara de la persona despreciada vira de la desolación a la ofensa. Es entonces, seguro, cuando se arrepiente de haber pedido mesa en el restaurante de las humillaciones.










Comentarios

  1. Sr. Arenós, en caso de que no acepte comentarios, directamente no añada la opción en su blog, ah entonces de paso puede cambiar también el nombre, los VALIENTES dan la cara.

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  2. Por supuesto que se aceptan los comentarios: ¿a qué se refiere usted?

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    Respuestas
    1. Anteriormente hice un comentario en el que decía lo siguiente (no se si se borró o lo borró alguien):
      Usted afirma que no le atraen los realities, ¿a caso todo el movimiento que rodea la gastronomía no se ha convertido en un reality en constante movimiento?, es mas, no se ha convertido sino que ha evolucionado desde el momento en el que la gente ha visto que se puede vivir del cuento aprovechando este ''Boom mediático''

      Leo muchos críticos y/o periodistas gastronómicos, pero ninguno ha echo nunca un articulo sobre el tema, ¿a que se debe?

      Me dirijo con todo el respeto del mundo y agradecería una respuesta, gracias.

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  3. Por supuesto que no lo he borrado.
    Hay muchos críticos que consideran que la cocina actual es un circo de tres pistas con elefantes cagones: en twitter hay cientos de comentarios al respecto. Gente como Regol o Terrés o De jorge han publicado artículos contundentes...

    La cocina forma parte de la vida: héroes, villanos, gigantes, enanos.

    Me parece que donde circo y gastronomía se tocan los dedos es en algunos programas de la tele: pesadillas y másteres.

    En los restaurantes hubo un cierto suflé, que creo que se ha reventado. La crisis no perdonó. Lo que hay es ingenuidad + desconocimiento + falta de planes de negocio en la apertura de nuevos locales.

    Abren y cierran como bocas de hambrientos.

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