#Hashtagelcuello

Hemos tocado fondo.

‘HASHTAG’. #Hashtagelcuello.

MONTAÑA. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), es el encargado de la montaña rusa: ahora compro deuda, ahora no, viene curvaaaa, compro deuda, bajada de vértigooo, no compro. Tras subir al Draghi Khan, los jefes de Gobierno tienen que aguantar las arcadas con el estómago revuelto.

RESCATE. Son los ciudadanos y sus impuestos los que están salvando al país. A traición, como los cuatreros que preparaban emboscadas para las carretas, el Gobierno cargó con más dinero y plomo las barreras de los peajes. Pagamos con gusto el peso porque es el #autorrescate. No nos salva Europa; somos nosotros, ciudadanos #hashtagelcuello, los que con abnegación hurgamos en el lodo mientras los políticos parecen borrachines dando tumbos, desorientados, con flojera: “¿Pero dónde he dejado las llaves del coche?”.

PREDÍCTOR. Tendría que existir un predíctor político para saber si un país tiene esperanza o preñez democrática. ¿Qué anunciaría el predíctor de la Rusia de Putin y de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner? ¿Y de la España de Rajoy? Vallas para impedir que los ciudadanos se acerquen al Congreso de los Diputados (¡han enjaulado a los leones!), buenos periodistas expulsados de los medios públicos, ministro antiabortista que levanta el crucifijo, gobernantes que perdonan el fraude a los ricos y persiguen la limosna de los pobres. Explicado así, el predíctor se quedaría en blanco, estéril, sin mutar de color. Podría ser la descripción de uno de esos países en los que la democracia es solo una palabra infecunda.

EUROPA. Europa se va a la M: sufrimos entre dos Marios (Draghi y Monti) y un Mariano.

DROGA. Draghi dura. A su lado, la heroína hace cosquillas.

FRANCO. A principios de verano, falleció Theo Francos, 98 años, voluntario de las Brigadas Internacionales en la guerra de Franco. El dictador fantasmea: Rita Barberá, la mujer de rojo, pasó de retirar el título de alcalde honorario de Valencia. Toma predíctor democrático. Ha cedido tras una orden judicial. Una s separa Francos de Franco. Esa s es la democracia.

BALA. Encontré a Francos en noviembre de 1998 en Barcelona, 60 años después de que obligaran a los brigadistas a marchar de España. Me contó su historia, cómo decidió quedarse, cómo fue capturado, cómo fue torturado, cómo escapó de la cárcel y devuelto a ella, cómo fue liberado, cómo decidió combatir a los nazis, cómo lo fusilaron en Holanda, cómo el ala de la insignia de la aviación desvió la trayectoria de la bala, cómo unos campesinos lo rescataron de la fosa común, cómo pidió volver a Francia, cómo pasó tres veces en misiones secretas cerca de la casa de su madre sin entrar, cómo ella lo lloró al creerlo muerto, cómo lo regañó al saberlo vivo.

CORAZÓN. Nunca le extirparon la bala, que permaneció cerca del corazón. El trozo de metal era un aviso: sigues vivo. Y nosotros, también.