Carles Abellan traslada La Barra al Hotel W (y cierra Bravo) // Barcelona



Jaime Tejedor y Carles Abellan (derecha) con los planos del traslado de La Barra // Foto: Albert Bertran para El Periódico.




El 2018 acabó para el cocinero Carles Abellan en lo alto, y con luz: la guía Michelin le dio una estrella a su restaurante La Barra, situado en La Barceloneta, lo que permitía regresar a un club del que fue miembro cuando Comerç 24 existía. El 2019 ha llegado con una noticia sándwich: traslada La Barra al Hotel W (Vela) y acaba con Bravo, el establecimiento que regenta allí.

Nuevo soponcio para Michelin, que vive el estupor del cierre, a finales de este año, del restaurante Dani García, en Marbella, ¡al que acaban de otorgar la tercera!

Abellan, ¿por qué la mudanza con la estrella aún en la caja de regalo? "Me falta espacio, me faltan mesas". De hecho, hay una única mesa en La Barra, pues la esencia era otra. "Nos va muy bien, los clientes repiten, pero los números no salen. Somos un grupo y tenemos músculo para aguantar, pero necesitamos colocar a más clientes".


La amplitud la encontrará en la primera planta del hotel, de cuyo interiorismo se hará cargo Lázaro Rosa Violán, que ya diseñó el original, descorchado en febrero del 2017. El último servicio en las ‘viejas’ barras será el 3 de marzo y el 18 de abril, las nuevas deberían estar ancladas y a toda vela en el Hotel W.

Dos años en el número 19 del paseo Joan de Borbó –donde la alta oferta gastronómica de Abellan, y sus precios, colisionaban con el entorno– y larga vida en la dirección por estrenar, sin separarse de litoral ni de la avenida y a solo 1,3 kilómetros de distancia.

Bravo ha tenido dos vidas, dos oportunidades: "Primero como restaurante de producto y después, especializado en cocina de Barcelona [una idea que no debería dejar perder]. Reduzco un poco el Grupo: paso de cinco a cuatro restaurantes. Estoy disperso. Me voy a concentrar".

Tres de ellos son Tapas 24, que tienen como insignia la ensaladilla rusa –premiada en el 2018 como la mejor de España– sin olvidar el bikini trufado. De hecho, el local donde puso a navegar la barra estaba destinado a un Tapas 24 marinero, pero se embrolló como un nudo: "Estiré el hilo de la perdición con un proyecto más ambicioso. Una construcción complicada, carísima…".

Desmontado Bravo, levantarán las barras para 40 personas, con dos 'robatas' (parrillas japonesas), y mesas en las que podrán sentarse otras 60. A la dirección, Tomàs Abellan y en la cocina, Jaime Tejedor (ex Rilke), encargado de que las papas 'aliñás' con caballa, las 'kokotxas' a la brasa o el Salmonete Gran Muralla renueven sus fulgores y escamas.

La estrella le dado "una inyección de moral", aunque no pensaba en ella como un bumerán: "No creía que volviese". "Soy un veterano", dice, y con el ego en salmuera.

El cierra-abre continúa, pero con un negocio fuera del grupo, de corte más sencillo, asociado con su hijo Tomàs y Max Colombo (Xemei): rescatan el bar Alegría, estupendo chaflán en Gran Via: "Queremos hacer un bar normal. Estará para el mes de marzo. Solo hay una cocinita y una plancha. Todavía estamos decidiendo el contenido, pero seguro que trabajaremos los huevos. Bikinis, ensaladilla rusa, embutidos ibéricos, quesos". Y sigue: "Callos, rabo de toro…". Ay, Abellan, que volverás a liarte.










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