¿Madrid Fusión o Madrid Defunción?




Escribo esto sin ánimo de enterrador, pertrechado con palito y cubo de arena de playas, hurgando en los artículos de Carlos Maribona en Abc o de Mikel López Iturriaga en El País. Demoledor el texto de este último, puesto que satiriza la parada de los freaks en el diario del que José Carlos Capel, presidente de la pasarela madrileña, es crítico de cabecera. Alguien se desayunó el sábado con el amargor de la ironía. Sospecho de teléfonos rojos encendidos como guindillas.

Enumero las anomalías que han convertido MF en un universo paralelo de la gastronomía.

La presencia de seres pintorescos, haciendo bueno el nombre del certamen, la fusión entre personajes fast food y maestros de la alta cocina: concursantes de Gran Hermano de oferta, Boris Izaguirre a saltitos, presentadores cómicos –al estilo de los animadores de Miss Camiseta Mojada– ignorantes de cuál era su cometido .

Los 400 euros que pagan los congresistas, sacrificio que cada vez menos cocineuristas están dispuestos a hacer.

¿Algún día conoceremos cuánto dinero publico inyectan el Ayuntamiento y el Gobierno de Madrid y el Estado de España? Ana Botella, alcaldesa de Madrid, fue a cobrarse el diezmo.

El show patrocinado por los hipermercados Macko en el que chefs de altura competían con famosillos de bajura y algún gurmet despistado. Sabemos que los chefs no cobran por dar sus ponencias, ¿recibieron al menos una indeminización por esta servidumbre?

El extraordinario éxito del estand de los frankfurts de Oscar Mayer. Un aplauso salchichero.

¿Explicar otra vez el Rotaval y la Gastrovac? ¿Es necesario? Suena como las chicharras en agosto: un ruido persistente y monótono que ya conocemos.  Y que choca con los esfuerzos de los palmeros de MF, a sueldo o simplemente convidados a una caña de cerveza, de desvincular la cocina de vanguardia española de los cacharros. En qué quedamos, ¿son tecnochefs o no son tecnochefs?

El fracaso al intentar inventar cada año una nueva revolución, como la de Corea del Sur, país que paga por su presencia. Es lioso, ¿ los congresistas invierten por ver a cocineros de países que a su vez desembolsan por participar? La prometida revolución flamenca no parece que vaya a llegar y la escandinava roza el copy/paste.


Madrid Defunción. Madrid Confusión.
"Las palabras que terminan en on son para morirse de risa", cantaba El Último de la Fila, una letra rescatada de cuando eran Los Burros.


    

Comentarios

  1. Debo confesar a quemarropa que nunca he ido a un MadridFusión –excepto a la versión mexicana, en Guanajuato– y que debería, a estas alturas, haber ido al menos a uno, pero lo sigo de cerca y tengo varios de los excelentes libros. Creo que es un evento potente, abultado, importante en el contexto del tiempo. Sin embargo, me quedé con la misma sensación con la versión 2012. ¿Cómo es posible que el slogan haya sido LAS PUERTAS DEL FUTURO, cuando, al mismo tiempo, se presentaban la Rotaval, Gastrovac y las técnicas de nitrógeno líquido? ¡Cacharros y técnicas de hace diez años! Sí, puede ser: el futuro tiene que ver con el pasado. Pero, ¿no será acaso otro?

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  2. Un puro negocio que obliga a inventar revoluciones inexistentes (aún a la espera que se concrete la flamenca, no la del baile, claro) y a condenar las que se les escaparon de los dedos. Los epítetos a René Redzepi como si fuera el adalid del nazismo gastronómico tras los exagerados elogios iniciales son antológicos.

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