Razias de verano en Barcelona (3): Xiringuito Escribà










Joan Escribà (Xiringuito Escribà, playa del Bogatell) lleva a pie de playa desde 1992, aunque este verano se ha cimentado en la arena con las dos guinguetas que comparte con Carles Abellan.
Antes de la llegada de los Barraca y los Martinez, el señor de las paellas barcelonesas era Joan, piloto y hermano de Christian, que se parecen en la voz y en los gestos como dos granos de bomba. Su batería de fuegos sigue dispuesta a bombardear la ciudad como un Espartero con bañador y buen rollo. Vende más paellas que ordenanzas el alcalde Trias.

Compartimos unos entrantes antes de meternos en el arrozal. Los chipironcitos a la andaluza superaron con mucho a los de la Moritz, crujientes y desengrasados, pero las croquetas de jamón, siendo buenas, se quedaron atrás. Las almejas a la marinera tenían el cuerpo más prieto que una campeona del mundo de natación.
La paella Escribà llegó envuelta en misterios, bajo una tapa de metal. Al abrir la cúpula, la ramita de romero liberó los aromas. Película fina, granos sueltos, sin rastro de aceite, la sal bajo control, crustáceos (gamba y cigala) que no hubieran ganado un concurso de tersura y belleza. La ataqué de cara, con cuchara de madera para no herir. Repasé los granos de los laterales, agarrados como avaros. A 19,50 la ración: el arrocito alcanza ya precios de diamante de Amberes.
Buenos postres del hermanísimo: mousse de coco con maracuyá, pastel sacher y mousse de chocolate y vainilla. Algo ligerito para correr una maratón.
Después, digestión sobre la arena, viendo a otros sudar la bola.


Au Port de la Lune (Pau Claris, 103). Guy Monrepos se ha traslado al Eixample. En la pared sigue colgada su declaración de intenciones: "Aquí no hay ni habrá Coca-cola". Tartar de ternera con los aliños por separado --el huevo en un vasito-- para marranear según el gusto de cada comensal.



Mercat Princesa (en el Born). No creo que regrese. Incómodo, tienes que buscar cada ración y bebida en el puesto correspondiente mientras intentas conseguir un sitio en el que sentarte. Calor monzónico. Lo mejor, los nems, los raviolis de carne y los dim sum de Mekong, el rincón de Ly Leap.   








Me gustan los productos de Petra Mora y soy fan de la cocina y la ideología gastronómica de Dani García, pero tengo la desagradable manía de leer las etiquetas de los productos como otros registran los cajones de la ropa interior en las casas ajenas.

He probado todas las salsas que Dani ha ideado para Petra Mora y elijo la César y la mayonesa con chile chipotle. Cada vez que las he usado, la misma pregunta ha salseado mi cabeza: ¿son necesarios tantos aditivos para un producto de autor elaborado por una casa que se precia de la artesanía que atesora en su despensa, carnes, quesos, aceites? Estoy seguro de que no y de que esa lista enorme y fatigosa puede ser acortada.

Entre los elementos extraños de la brava de la foto, el almidón modificado de maíz: la ley obliga a que se añada genéticamente si es un transgénico. ¿Lo es? ¿Han despistado un término soliviantador?



Comentarios

  1. "Antes de la llegada de los Barraca y los Martinez, el señor de las paellas barcelonesas era Joan". Em sembla una mica exagerat reduir el tema de millors paelles als dos nouvinguts (bo el Barraca, això si, que és el que he provat) i l'Escribà. Havent-hi altres llocs on ho toquen bé des del suquet de l'almirall, can majó, cheriff, etc...

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  2. I Kaiku i La Mar Salada. Senyale l'arribada de nous actors a l'escenari arrosser.

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