#KocinaKasera








Seis recetas del libro Hecho en casa (Ediciones B)






Sis receptes del llibre Hecho en casa (Ediciones B) 





+ Un teletipo de la agencia EFE escrito por Pilar Salas.


Madrid, 5 dic (EFE).- Cuando un periodista gastronómico de la premiada trayectoria de Pau Arenós expresa en cien recetas sus conocimientos culinarios, el resultado son "platos tan sencillos como espectaculares", en palabras del maestro Joan Roca, y una llamada a "reconquistar las cocinas", según el autor.
Arenós (Vila-real, Castelló, 1966), coordinador de la revista Dominical de El Periódico de Catalunya, Premio Nacional de Gastronomía en 2005 y Juan Mari Arzak en 2007, reconoce a Efe que le "aburre" la cocina "corriente de las casas", por lo que propone en "Hecho en casa" (Ediciones B) propuestas "rupturistas sin ser de vanguardia, con un punto gamberro".
Huyendo de lo que ya existe y echando mano de su memoria gustativa, Arenós, quien hace en restaurantes el 50 % de sus comidas, nunca pide una receta, ha recopilado durante un año los platos que elabora para su familia, un "público duro, con los paladares muy bien entrenados".
"Es cocina doméstica, no profesional", en la que no intervienen herramientas sofisticadas -"temo que la Thermomix sea un cacharro de procedencia extraterrestre para facilitar la invasión", bromea-, que recorre el mundo apropiándose de lo que le más le gusta para darle su sello personal, algo que espera que también hagan los lectores de "Hecho en casa".
"Mi versión del pato Pekín se parece tanto al original como un dragón chino a una lagartija -ejemplifica-. Me siento muy libre para hacer mis recetas o de las que me apropio, llevándolas a mi terreno. Soy un traidor absoluto y espero que la gente también lo haga, que altere mis recetas como le dé la gana".
Este cronista gastronómico fue un niño tragaldabas, pero no se asomó a los fogones hasta que dejó el hogar familiar en 1985 para estudiar Periodismo en Barcelona. Fue entonces cuando empezó a cocinar, anotando sus logros y sus fallos, y aún hoy siempre lleva los bolsillos "llenos de papelitos" con anotaciones de lo que serán sus futuras creaciones.
Platos que se rigen por la norma de ser "sencillos y resultones, que tienen 'algo'", como ha dicho de ellos la cocinera española con más estrellas Michelin, Carme Ruscalleda, ese "niac" del que hablaba Michel Bras.
Como el "dashi" de gambas reinterpretado de Nandu Jubany (Can Jubany), la versión de la sopa de ajos con almejas de Karlos Arguiñano y de la berenjena lacada con miso de Pascal Barbot en L'Astrance. Y propios como las lentejas verdes, los boquerones patateros, los "nigiris", la "wontonfarra" y las "kroketas".
"'Kroketas' porque es #kocinakasera fresca, desinhibida, juguetona, gamberra, convincente, eficaz, real, viajera, urbana, con k. Las técnicas e ingredientes están precedidas por la almohadilla de los 'hastag'", explica. Y sin trampa ni cartón: todas las fotografías de los platos las ha hecho él mismo "sin más maquillaje que el filtro de Instagram".
Arenós, que ha publicado ocho libros - los premiados "Los genios del fuego" y "La cocina de los valientes", entre ellos-, encuentra que ésta es su obra "más divertida", ya que no sólo explica recetas, sin pesos ni medidas de ingredientes porque confía más en el ojo y el paladar, sino también su historia y la de sus componentes, "explicaciones para reír un rato" por su tono desenfadado.
Aunque disfruta "mucho" cocinando, no pretende que nadie se pase el día en la cocina. Sus platos tardan en prepararse unos treinta minutos y como máximo hora y media, "pero éstas son las menos", aclara.
Sí anima a asumir el reto de "volver a ocupar las cocinas, de convertir el acto gastronómico en casa en una reconquista de las cocinas", porque, además de "cocinar para ahorrar", su "bricocina" garantiza la diversión. "Cocina prozak, cocina antidepresiva", recomendable para sobreponerse a la actualidad.




Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Restaurante Claris 118 // Barcelona

La guía Michelin quiere ser The World's 50 Best Restaurants

Desnudos y exhibicionistas: unas palabras sobre el 'food porn'