París en flases (2)
En París vi cuatro colas: en una de las panaderías Paul, en el Ayuntamiento para entrar a una exposición de fotos de Robert Doisneau, en los lavabos del Carrousel del Louvre (a 1,50 euros la meadita artística) y ante Le Comptoir du Relais, chiringuito interclasista de Yves Camdeborde. Tótem de la bistronomía es, sencillamente, un bistrot con culto a los riñones. A los riñones de los comensales, que los sienten vapuleados de forma continua por las estrecheces.
Un misterio que este lugar a 50 euros la comida atraiga a tantos incautos.
Los caracoles, del montón, fueron servidos con la pinza dentro para facilitar el pringue.
Los pies de cerdo prensados, de campeonato. Mientras los comía, varios leves terremotos sacudieron París. O eran las camareras, que al pasar por detrás iban golpeando la silla.
Jean-François Piège, cocinero de salón, simpatía a lo Ducasse. Fue chef de palacio y sigue ejerciendo para clientes con visa. Por menos de cien euros no te dan los buenos días. Sobre la brasserie Thoumieux, el saloncito de recibir (y dar) de Piège, decorado por India Mahdavi.
Cenamos a oscuras, intuyendo.
Bogavante con coco y fuagrás. Debe de ser un plato mecano porque he visto por ahí una versión con cigalas. Un extraño trío. A lo mejor el bogavante era bueno pero se lo comió el coco. El fuagrás dijo agobiado: '¡No me dejéis solo!".
Pau, estuve en esa Brasserie Thoumieux en noviembre y no pude salir más decepcionado. 180 euros del ala un entrante, dos principales, un postre y una botella de vino de 50 euros. Lo peor no es el precio, es que los platos fueron muy muy flojitos. Y ese ambiente discotequero...
ResponderEliminarJesús: faltaba la madame!
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