El restaurante de la semana: Vicus
Vicus
Enginyer Algarra, 51. Pals (Girona)
T: 972.63.60.88
Menús: 18 y 34,90 €.
Precio medio (sin vino): 30 €.
Comer el Empordà
La nevera de madera de la casa Frigidaire, un mito de la refrigeración norteamericana de los años 20, ha sido restaurada y luce con esa energía de los objetos que han sobrevivido a su tiempo. Pudiera estar en un diner de Indiana, pero señorea la entrada de un restaurante de Pals que da más gusto a los gurmets que un masaje tailandés.
Vicus es la historia de un retorno
ahora que tantos jóvenes emigran en busca de un futuro turbio en esas picas jabonosas
donde se hunden los platos sucios.
La familia de Elisabet Figuerola es la dueña
de Can Barris, hospedería donde su abuela, Anna Barris, se hizo un nombre con
los calamares rellenos. En compañía de su pareja, Gerard Geli, se domiciliaron
en Dublín con trabajos relacionados con la
economía y la exportación. Aunque tenían la vida hecha a los números,
decidieron regresar a Pals en busca de un tiempo más amable y una relación
cálida con la realidad.
En junio del 2011 reflotaron el restaurante, barnizaron
la madera de la Frigidaire y se aventuraron en un negocio para el que no habían
recibido formación, tan solo la nostalgia por aquellos macarrones de la yaya.
En el camino encontraron otro
expatriado, el cocinero Damià Rafecas, recién llegado de Luxemburgo y con ganas
de volver al Empordà, donde fue chef de Mas Salvi. La reforma se llevó por
delante la antigua cocina de carbón y dejó un espacio cromado donde tiemblan
las cazuelas. Si con esa maquinaria deslumbrante lo hicieran mal, merecerían un
castigo a lo Sísifo: subir cada día al castillo cargados con sacos de cinco
kilos de arroz.
El arroz es una de las señas, ejemplo
del compromiso con el territorio. Por supuesto pido #arrozparauno con cigalas,
de L’Estany de Pals, variedad carnaroli que cultiva Albert Grassot.
Las cigalas
son espléndidas, aunque al arrocito le falta un punto. No así el bacalao confitado con cuscús a la menta, plato de 10 y ejemplo de cómo se come en la
casa, que añado a la lista de los restaurantes Guau (gastronómico, ufano,
asequible y útil). Los chef suelen ser parcos al describir sus intenciones y
Damià sigue esa tradición poco expresiva: “Cocina con raíz, productos de aquí,
transformados con una visión moderna y festiva”.
Acogiéndome a eso dudo que el salmón
merezca un lugar en la carta (aunque está bueno) y que en ese tartar con manzana sería interesante
mezclar un pescadito azul de este mar civilizado.
Elijo un vino con los pies
–las cepas—en la tierra, Gelamà Samsó, y Gerard, amabilísimo, se apresura a
hablar de las viñas con 60 años que cuida Roger Rius.
Hemos compartido los
entrantes en forma de tapeo: el tartar,
unas croquetas de jamón ibérico, la ensalada de anguila ahumada (buena-buena) y
un bikini de queso de Mas Alba, trufa y jamón ibérico. Es excelente este bocado
de la prehistoria bulliniana y sé que el futuro pasa por la proximidad y la
complicidad con los vecinos, los viticultores, los pescadores y los campesinos.
El Empordà es una ubérrima despensa y parece insensato renunciar a ella.
La nevera Frigidaire cuenta una fría historia
del pasado y Damià, Gerard y Elisabet han encendido el fuego del presente.
PICA-PICA
Atención: a la sensibilidad por los vinos del Empordà.
Recomendable para: los cazadores de grandes sitios en lugares
pequeños.
Que huyan: los urbanitas que hibernan hasta la primavera.
Bona gent i bona casa la de la Elisabet i en Gerard... petit gran restaurant de Pals, enhorabona!
ResponderEliminarÉs d'agrair que existeixin cada cop més propostes amables i sinceres que valoritzin els productes essencialment empordanesos.
I vosaltres sou capdavanters a Emporium!
ResponderEliminarMerci ;)
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