Leopoldo Pomés: "No llegan muchos encargos"
Foto: Albert Bertran // El Periódico de Catalunya |
La cita con Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931) es en La Pedrera, donde cuelga una exposición integral titulada 'Flashback' (hasta el 12 de julio).
Pomés es el ojo de Barcelona. Y un esteta. Y un hombre comprometido. Y un bon vivant. Pomés es muchas cosas y también alguien que dotó de sensualidad a lo publicitario. Sus mujeres no cabalgaban desnudas a lomos de caballos blancos, pero al público se lo parecía.
Hay otro Pomés, tal vez menos conocido, o recordado: el gran retratista de la cultura y de sus hombres. Y otro más: el fotógrafo de calle, de la gente anónima. La cámara en la acera. Y hay otro Pomés secreto: el poeta, con un libro por editar.
La mañana lluviosa de la entrevista, Pomés no se encuentra bien. Un catarro. Hace poco pasó por el quirófano. El corazón. El corazón hizo clic.
Un octogenario que se resiste a la edad. La conversación será en su casa. La vivienda ocupa el viejo estudio.
Bajo la claraboya, la gran sala, que fue plató. Mesa de trabajo, ordenador, la tele para las gestas del Barça, los sofás. Llega con el bastón, y aún imponente.
La barba, la frente despejada, la melena: imagen y marca. Se estira en el sofá
Levanta la pierna mala. Pomés fuma, habla con voz baja y ronca, algunos silencios, y risas elegantes.
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