¿Y la honradez?











[Artículo escrito el martes 12 de mayo y publicado el sábado 16 en El Periódico]


Semana negra para la gastronomía televisada: anuncian un reality titulado Chef busca esposa (por lo leído, más bien busca pinche), Robin Food tiene fecha de caducidad en Telecinco y un periodista instalado en Bangkok descubre que Alberto Chicote nunca viajó a Tailandia para grabar el programa El precio de los alimentos.

Desde que el timo fue divulgado, el arrepentimiento ha sido mínimo. Ese espacio fue despachado como reporterismo duro y no como entretenimiento ligero para sobremesas bostezantes. Armar  un vodevil es propio de las filas de la telebasura.

Aún esta semana se podía leer en la web de La Sexta una frase mohosa: «Chicote se desplaza a Tailandia». Pachorra y desvergüenza. Chicote ha construido su personaje televisivo desde la honradez, látigo de hosteleros corruptos cuyo mejor plato es un montón de grasa y delicias de ratón.

¿Por qué ha pasado esto? Porque la enfermedad que persigue curar Pesadilla en la cocina –la negligencia en el gremio de los restauradores– también se extiende a otros sectores profesionales, entre ellos, el del periodismo, cierto periodismo que quiere ganar audiencia con artimañas y platos precocinados.



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