Restaurante Hisop // Barcelona
Hisop
Ptge Marimon, 9. Barcelona.
T: 93.241.32.33.
Precio medio (sin vino): 55 €.
Menú degustación: 61 €.
Menú entre semana: 32 €.
Grande en espacio
pequeño
Oriol Ivern, que en
septiembre cumplirá 40 años, se siente, al fin, ¡al fin!, libre. Comparte una
exitosa tapería en Estocolmo con Pablo Pérez (Matkonsulatet), ha amortizado
Hisop y la renovación del equipo ha modificado su percepción de la cocina (“son
pasteleros”).
En las tres últimas semanas he comido en Hisop, Alkimia y Manairó
(y recientemente lo hice en Gresca, Caldeni, Lluerna y Embat, a falta de volver
a Coure) para certificar que el talento barcelonés bendice a los mismos a los
que iluminó tres lustros atrás.
Los coroneles se han hecho mayores sin que los
hayan relevado.
La bistronomía sigue allí donde comenzó, sin caballos de refresco.
Lo discutí con Jordi Vilà: el bistronómic era un restaurante adolescente. Oriol
sostiene que fueron unos locos al abrir entonces: “¿Qué chaval de 25 años se
atreve con esto?”. Ellos fueron temerarios, gastaron dinero, sortearon peligros.
De aquel Hisop en rojo
de hace 14 años a este de madera clara y tranquila.
Oriol es el mismo hombre
alegre de entonces, bálsamo para soportar cenizos.
Son de podio estos
platos: la tortilla, la gamba y el espárrago.
La gamba de Vilanova al vapor con
chocolate: el origen es una picada y un mar y montaña (Oriol es chocolatero; no
he olvidado aquel pulpo del 2001). Arrojo en la combinación y perfecta mesura.
El espárrago blanco,
ennegrecido en la brasa del horno Josper, limpiada la ceniza, inmaculado en la
mesa (¿por qué no disponer las pieles quemadas en un platito a modo de perfume
para sugestionar la degustación?).
Y la tortilla:
alcachofas con sabayón de jerez. Aparece esa masa esponjosa en la mesa y Maria
o Núria la tuestan con el soplete. La piel se arruga como la de la tortilla.
Sabor,
juego, seriedad, ideas. Una propuesta humilde que bate a la alta cocina.
El primer vino que
abre Maria me interesa, el albariño Attis, pero el segundo me apasiona, Vinya
dels Tons, de Serrat de Montsoriu, un vino loco como su elaborador.
Eso está en
la copa y, en la mesa, las colmenillas con curry thai y, en servicio aparte y
para mezclar, los berberechos XL. El chef parte de las clásicas colmenillas a
la crema hasta evolucionar a una cosa distinta libre de lácteos.
No hay plato
sin intención: en el rémol a la brasa me interesa la espina, que sitúan en el
borde del plato, llena de colágeno para chupar.
Y en el rabo de vaca, la anchoa
de la salsa, que marcar otra profundidad.
Postres en la misma
línea: la búsqueda de parejas inéditas. De los tres, me apasiona el de fresones
con pa de pessic de olivas negras. Descubro
armonías anarquistas, rojo y negro.
¿Qué representa Hisop en el espacio
gastronómico barcelonés?
Como los otros citados, es troncal. La estructura que
soporta la cabeza y que conecta con los pies.
No es un pequeño gran
restaurante. Es un gran restaurante en un espacio pequeño.
Atención: al carro de quesos en el cajón de un
mueble.
Recomendable para: los que quieran descubrir a un joven veterano.
Que huyan: los de “a mí, lo de siempre”.
Comentarios
Publicar un comentario