Lasaña, bienvenida





Hace años desterré la lasaña de entre mis preferencias.
Demasiados ladrillos en el estómago.
Fue cuando algunos restaurantes agónicos decidieron que era más rentable descongelar que cocinar.
     
He restituido la fe en las capas gracias a la que prepara Pietro Leonetti en Le Cucine Mandarosso, receta prestada por su madre, Diana.

La belleza de la lasaña es la misma que la torre de Pisa: la gracia es que amenace derrumbe.
Metí el tenedor y sentí el empuje de la excavadora. ¡Quería acabar con aquello!
Ahora solo pienso en cómo reproducir ese recuerdo en casa.

Pietro es de la Campania y distingue entre los pliegues del norte y los del sur: «Mi lasaña no lleva bechamel, sino ricotta. A los del norte, cuando la prueban siempre les parece raro».

El recetario La cuchara de plata diferencia entre la lasaña a la boloñesa (norte) y la lasaña a la napolitana (sur). La segunda, sin bechamel pero con mozzarella.
                
A la gastronomía siempre hay que acercarse con modestia, dispuestos a escuchar y a aprender.
Conversar con los chefs es esencial.
Aunque los pseudocronistas se crean tocados por Dios y que el conocimiento, como las bacterias, llega por el aire.






Comentarios

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo, Pau. La lasaña puede ser una delicia, o ser (la) saña, en estado puro.

    Yo creo que le ocurre lo mismo que a la tortilla de patatas o que al gazpacho, recetas aparentemente sencillas y tradicionales, que en manos de quien las perpetre, pueden convertirse en bazofia o maravilla de la gastronomía

    Como me gusta tanto leerte, hoy te dejo yo algo que espero te guste leer a ti. Mi receta de "Lasaña de pasado", que así se llama y su historieta correspondiente "La evocadora nostalgia"

    http://goo.gl/yZnmCZ

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  2. Lasaña de pasado-presente. Muy evocadora.
    La felicidad nunca está en un solo sitio.

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