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Mostrando entradas de agosto, 2017

Restaurante Last Monkey // Barcelona

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Last Monkey Comte Borrell, 70 Barcelona T: 93.532.89.95 Precio medio (sin vino): 15-20 € Bol mediodía: 11,90 € El último mono será el primero Last Monkey: el último mono. Así se siente, de forma irónica, Stefano Mazza, chef en la jungla de Sant Antoni. El último en llegar y con una de las ofertas más jugosas a las que he metido mano últimamente. Precio pequeño, carta pequeña, restaurante pequeño, cocina diminuta (4,5 metros cuadrados: en la oferta de trabajo pidió un 'pica', un 'lavaplatos' que no abultase demasiado). Satisfacción grande. Platos-asiáticos-según-un-italiano-en-Barcelona-desde-hace-17-años. Es decir, con una mirada libre de regionalismos y dispuesta al meneo. Y eso interesa. Los calamares en su tinta aparecen con majestuosa negrura, y punto ideal de cocción, pero saben a coco. Es un curri a la vasca: «La receta de los calamares es de mi suegra». En la carta hay boquerones con especias japonesas y un salmore

Restaurante Tickets // Barcelona

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[Este restaurante ha cerrado] Tickets Paral.lel, 164. Barcelona Reservas: ticketsbar.es Precio medio (sin vino): 110 € Meter un galeón en una botella En el año del Enigma, no hay que olvidar Tickets, uno de los grandes restaurantes del mundo. Puede que la forma desconcierte a los puristas y que los gurmets ajados extrañen los cubiertos de plata, la porcelana y la mantelería de hilo. Y que comer en un espacio embromado les haga perder la perspectiva. Quien supere la ambientación y el efecto de estar en un circo con siete pistas -y de ahí el apelativo de 'circocina' del 2011-, vivirá una altísima experiencia gastro. Tickets no es un bar de tapas, aunque sirvan cañas y no haya manteles, sino un restaurante mayúsculo. Albert Adrià ha completado el grupo El Barri -con los hermanos Iglesias; con cachondeo escriben: 'Adria's Entertainment, Iglesias'

La respuesta está en el horóscopo // #CuentoTallaS

Kamut. La rutina consistía en salir de casa temprano, acercarse al quiosco y comprar el periódico –había cambiado dos veces de ruta y destino por los abandonos de los quiosqueros– y entrar en una panadería de confianza, donde pedía siempre una barra de pan tostada, nunca una baguette , ni una pieza integral, ni una con multicereales o con kamut, ni con ninguna otra harina sugerida por las revista con las palabras salud , mente o espiritualidad en la cabecera. Le parecían debilidades y rarezas generadas por esas publicaciones para hacer sentir culpables a sus lectores, alpiste para ciudadanos con mala conciencia o que añoraban los dos días lluviosos y supuestamente románticos que pasaron en París. Costra crujiente y, a poder ser, con la miga humeante. Había oído que el pan caliente era una patada en el estómago, pero la ilusión infantil de llevarse a la boca un pedazo recién horneado era superior a cualquier recomendación. Veta. Carpintero jubilado, tenía manos de madera,

'Calçotada (sense límits)' / Pizarras (y 6)

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