La Cocina de los Valientes

  El cocinero sin discurso que cocina rico (sobre el NO)   Pronto, Benito Gómez y Merche Piña trasladarán Bardal a la bodega La Melonera, a 10 kilómetros, en la serranía, dejando atrás una cocina de 40 metros cuadrados de la que salen platos con calambre. En el pecho del chef, dos estrellas clavadas a modo de escarapelas. En el intermedio entre el nuevo y viejo Bardal, Benito Gómez (1976) regresó por una noche a Barcelona: barcelonés en Ronda o rondeño en Barcelona, se crio en Argentona, donde sus padres, llegados de la población de Campillos, tuvieron un restaurante, Can Raimí, que traspasaron en el 2004 y donde él se estrenó como cocinero. El retorno exprés fue por invitación de la editorial Montagud, en cuyo espacio múltiple, en la calle de Enric Granados, la redacción comparte espacio con la librería especializada Milhojas y un comedor atípico en el que chef señalados alternan algunas noches bajo el lema común de CocinaME. El sitio, CocinaME, es tan poco corriente como Be

  Restaurante Sternen Grill, Zúrich, Suiza. Lo mejor: que está cerca de Kunsthaus, el fabuloso museo con una ampliación al otro lado de la calle, y con paso subterráneo, del arquitecto David Chipperfield, por suerte, nada que ver con la carcelaria Ciutat de la Justícia de Barcelona, también obra suya. La salchicha St. Galler y la 'servelat'. Lo mejorable: el precio de la St. Galler, servida con un chusco de dura corteza ('bürli'): a 16,50 €. El tiramisú. Las patatas fritas congeladas.

Restaurante Zunft zu Webern, Berna, Suiza. Lo mejor : lo céntrico del establecimiento, sede del gremio de tejedores e instalados en la propiedad desde 1911. "Solo servimos comida suiza", bien, aunque los enunciados cuentan otra cosa. Difícil saber qué es la comida suiza en un territorio de cultura alemana/francesa/italiana. La salchicha con salsa de cebolla y 'rösti'. Lo mejorable : la brusquedad de la camarera. El extraño regusto del hígado. Lo mantequilloso del 'rösti'. Las yemas demasiado cuajadas del 'rösti'/huevo/raclette. 

  Lo mejor : el fortuito encuentro con la propietaria, Zineb Hattab, también al frente de Kle (el primer vegano de Zúrich con una estrella) y Cor, nacida en Blanes de padres marroquís. Así, Dar es un restaurante hispano-marroquí, palabra que además de infinitivo de verbo en español, significa casa en la otra lengua de Zineb, 'Zizi'. La luz del establecimiento. La armonía colorista entre suelo y vajillas. El humus con 'foccacia'. Las 'kebab fries', con 'allioli' y salsa brava. Las 'gírgoles' rebozadas como si fueran alitas de KFC. La imitación de una salchicha 'merguez' con cobertura de hortalizas y pan. El aireado panqueque ('baghrir') de postre. Lo peor : el ruido, al estar sentado al lado de mesas muy concurridas. La tostada de maíz, dátiles y yogur de hierbas, con el dulce dominante.