La Cocina de los Valientes

Una marisquería de carretera donde no te clavan Tritón, en la carretera entre Torroella de Montgrí y Pals, aunque en el término municipal de Gualta, es uno de esos restaurantes secretos que conocen miles de personas. Más de 40 años de servicio dan para una clientela leal y para las nuevas incorporaciones, que de inmediato se adhieren a la cofradía de fieles. El atractivo de su ubicación es ninguno, junto a un supermercado, aunque a una corta distancia aparece el camino que lleva a la desembocadura del Ter, adonde todavía regresa la angula, ya desmemoriada por culpa de las tropelías que padecen los milagros filamentos. Facilidades para dejar el coche, algo que agradecen quienes se someten a los precios desalmados de los aparcamientos de Barcelona y a las plazas microscópicas y que requieren de las habilidades de un jugador de Tetris. El título de ‘marisquería’ también es desincentivador, temerosos de los precios que dejan las manos como muñones. Demasiadas marisquerías que cobran el k

Restaurante Torre de Nura, estreno en Torrent (Baix Empordà), con Nacho Feliu a los mandos generales y a los de la cocina, con Nico Feliu, y con Guillem Bustos en el servicio de vinos y Giulia Panieri en la sala. Mesas con manteles y comedor rústico y relajante. Y buen precio. Abrieron en junio y llenazos mediodía y noche. Con nota alta, el pollo deshuesado y con las cigalas en su punto y la paletilla de cordero también sin hueso y con una 'demi-glace' y aceite de albahaca. Mejor un punto menos de cocción para el bogavante (forastero) con patatas y huevos a baja temperatura/rebozados/fritos. Lo aconsejable es evitar el desparrame del huevo sobre las cáscaras. Disfrute con los entretenimientos habituales, bien resueltos, con 'punch': buñuelos de bacalao con pilpil, tartar con yema curada y mantequilla de romero y una ensaladilla cremosa con berros y sardina ahumada (no por ellos). Carta corta de postres: flan con notas de humo y espuma de 'recuit' y el 'crack

Taberna Gorrión, en Jaén, con solera: 1888, antiquísima. Cerca de la catedral, que acoge una reliquia; otra, en el Gorrión: un jamón disecado al que le atribuyen más de cien años. Venden también jamones con curaciones corrientes. Guisos y conservas.  Perdiz con judías (buenas-buenas), bacalao con ajoarriero, picantón con salsa de naranja... Queso excelente, cabra, de Ciudad real, no dicen la marca. En la tierra del aceite, si pides aliño aparece uno de esos botecitos más propios de un avión o un tren. Patatas paja de bolsa.

Casa Pepe de la Judería, Córdoba, muy cerca de la Mezquita. Clásicos cordobeses en clásico restaurante. Buena mazamorra con membrillo y almendra, flamenquín de lomo/jamón ibérico, berenjenas rebozadas/miel de caña, ensaladilla de atún/'txangurro' y rabo de vacuno estofado con cremoso de patata. Y cruasán relleno de cabello de ángel (versión del pastel cordobés). El muy notable fino Capataz Solera de la Casa y el muy fiable Forlong 2022. Servicio de sala de primera.

Adobo, el luminoso comedor de Enrique Valentí en la parte alta de Barcelona. Guisos, guisos, guisos y manteles. Una cocina antigua que parece nueva. Entre tanta vulgaridad mecanizada, la personalidad artesana. La sardina curada y ahumada con patatas aliñadas: 'top-top-top'. La codorniz escabechada x 2: las pechugas, con cogollo a la brasa, y, el resto, deshilachado. Y pochas frescas para acompañar. El conejo al ajillo: confitado y frito. En una casa donde gusta mucho el vinagre, lo suprimiría de ese fondo. Oh, huevo frito, 'espardenyes' y tomate reducido: infalible. Y el rodaballo a la brasa y aliñado tal como hacían en Marea Alta. Y preparado ante el cliente por Nerea Arriola, la jefa de sala. Casa de comidas, sí, casa de comidas contemporánea.