El restaurante de la semana: Fermí Puig
Sant Pancraç, sin perejil y con una proyección detrás. |
La bullabesa, mar rojo. |
El bogavante, en la isla de patata. |
'Cansalada' con 'espardenyes'. |
Fermí Puig, pidiendo unas ramitas de perejil por si acaso. |
Perejil para Sant Pancraç
Puede que el cliente no advierta la
presencia de Sant Pancraç en el comedor del restaurante Fermí Puig. El comensal
curioso tiene que buscarlo sobre un mueble en la frontera entre los dos
comedores, donde la sala gira a la derecha.
Fermí Puig (FP) ruega “salut i feina” a la figura grisácea con
la media sonrisa de pícaro de Granollers. En un estante de su cocina osonenca,
Nandu Jubany también venera al santo. Los hagiógrafos recomiendan reverdecerlo
con hojitas de perejil para que dé suerte. Pese a las propiedades gastronómicas
de la hierba, ninguno de los dos guarnece al mártir con el talismán de
Arguiñano.
Regresa FP al quehacer en este espacio de la calle de Balmes que fue
laboratorio y que seguirá concentrado en las fórmulas magistrales.
Por ejemplo, el parmentier de bogavante, en el que el crustáceo reina en un islote de patata. Entre lo rústico y lo señorial, representa las dos fuerzas que gobiernan el restaurante.
Por ejemplo, el parmentier de bogavante, en el que el crustáceo reina en un islote de patata. Entre lo rústico y lo señorial, representa las dos fuerzas que gobiernan el restaurante.
Se reta a cocinar rico
pero no para ricos.
“Me obsesiona, y quiero que quede así, me obsesiona, el precio. Pretendo que se coma entre 35 y 45 euros. Cena o comida a preu fet, bebida y café, impuestos incluidos. Un restaurante para los nuevos tiempos”. Tras la proclama, el añadido: los nostálgicos del 2007 –ese tiempo pre crisis– tienen alternativas, la liebre a la royal, la becada con ostras, a tarifa ancien régime. Algunos Grandes Platos de la Cocina Occidental, como aquella sopa de trufas con la que Paul Bocuse inflamó el Elíseo, completarán el breve apartado nobiliario.
Tras cerrar Drolma, Fermí Puig
anunció una resurrección rápida, Sant Pancraç mediante, que ha dilatado durante
casi dos años para alquilar el local que anhelaba.
Muchas tardes, durante la
pelea inmobiliaria, metió el morro en las persianas metálicas diciendo: “Esto
es lo que quiero”.
Quería también reunirse con Alfred Romagosa, compañero de
servicio durante más de una década, y un equipo joven (“juventud, eh, me
interesa la juventud”) con Joaquim Soler al frente.
El señor Romagosa, mâitre entre los mâitre, conduce un carro de vinos –y tal vez otro con un súper
queso, uno solo, el carro del queso–
con tintos como el Clos Martinet del 2006.
Lo que se come en Fermí Puig es FP,
una compilación de éxitos burgueses: agnolotti de ave, cerdo y ternera (buenos),
una bullabesa (buena-buena), un bacalao con espinacas y romesco
(bueno-bueno-bueno), una cansalada
con espardenyes (buena-buena), un
cochinillo con manzana y piña (bueno) y un postre de chocolate con vainilla
(bueno).
Los peros son
extraculinarios: una música ambiental que sobra y unas fotos proyectadas en la
pared muy poco FP.
Solo para iniciados, el reservado
llamado Les Corts, explosión culé de recuerdos, como la barandilla de madera en
la que se acodaban el president
Companys y el president Sunyol. Noches
viendo cómo mueven las gambas Messi y Neymar.
FP no ora ya a Santa Michelin –dejó
en el Drolma esa prédica– pero confía en la buena estrella de Sant Pancraç. En
este momento, acaba de adornarlo con varias ramitas de perejil.
Fermí Puig
Balmes, 175.
T: 93.624.18.35.
Menús: 35 (día) y 45€
(noche).
Precio medio (aprox):
entre 35 y 40€ (sin vino).
PICA-PICA
Atención: a la
selección por copas de Quim Vila y Alfred Romagosa.
Recomendable para: los
que aprecian la alta cocina tranquila.
Que huyan: los que
esperen encontrar Drolma 2.
vayas cosas ricas
ResponderEliminarhttp://senoritamandarina.blogspot.com/