El restaurante: Nonono
[Este restaurante ha cerrado]
Nonono
Ptge. Lluís Pellicer, 12. Barcelona.
T: 93.444.99.01.
Precio (sin vino): 25 €.
Menús mediodía: de 13 a 18 €.
No digas no
Para discutir con Marcos Acosta hay
que llevar más argumentos que a una tertulia radiofónica, esos desayunos de
caníbales.
Nonono –se lee en la carta como una declaración de principios– vende
“cocina de mercado radical”. Ecología, biodinámica, antroposofía: el
pensamiento con raíz que cultivó Rudolf Steiner y en el que está entreverada la
escuela Waldorf.
Marcos estudió antropología, metamorfoseada en antroposofía,
imparte clases de la materia, se nutre de un huerto de Canet de Mar, educa a su
descendencia en Waldorf –la escuela, no el hotel– y da forma física a todo el
ideario vital con Nonono.
Cuando pregunto si es sostenible usar
servilletas de papel, sé la respuesta porque mi anfitrión jamás caería en un
descuido de principiante. Habla de higiene y de menor consumo de agua. La
verdad es que no sé cuantos litros y árboles se necesitan para fabricar una
ración de celulosa.
En los inicios lo asesoró Isma Prados, que dejó la cocina
en manos de Óscar Sánchez.
Las negaciones se refieren al
microondas, pobre aparato sin ideología; a los transgénicos y a maltrato
animal.
Al cuestionarle esos noes a
lo San Pedro en busca del positivo sí-sí-sí, Marcos tiene la réplica en la
catapulta: “Hubiera sido lo fácil, pero no habría llamado la atención”.
Esta no
es una crónica lingüística, así que me meto en gastrosofías con una caña –buenísima– de cerveza Art de barril,
espelta “sin pasteurizar”. La carta de vinos es corta como un minicalabacín:
selecciono una copa de Joan D’Anguera. Panes de Osona de miga larga.
La primera
sorpresa es la butifarra de ¡cerdo ibérico de Amposta! “Los cría un amigo”.
Criar tan al norte un animal de dehesa es una rareza. Desconozco cuanta
genealógica del ibérico ennoblecen estos cortes pero están de vicio.
Marcos insiste en que pruebe las
verduras y hortalizas de Can Gallina, cortas de sal (sí, ya sé que es el
saludable propósito), crujientes, puras, aunque también de monótona
degustación, necesitadas de hierbas amigables, especias o cítricos para
potenciar y singularizar.
Con el arroz de pato y anguila del Delta, crujiente,
adentrándonos en el cañaveral, la cosa se pone seria. Quisiera más de esa
deliciosa culebra, melosa y profunda,
sabores de marjal.
Sigue subiendo puntos con la pintada rellena sobre
espinacas, plato con calado.
El helado de té de roca es fuerte como un
martillazo, por lo que convendría rebajarlo.
Marcos habla de “un proceso de
concienciación hacia la sensibilidad, la responsabilidad, la ética y la moral”.
Discursea sobre eso porque le he preguntado: no va de mesa en mesa con el
evangelio. “No doy charlas a los clientes”.
Aunque es recomendable una buena
discusión con él, debatir, comprender, dudar o rebatir.
Ante la monotonía de los restaurantes
iguales, la particularidad del que es distinto. Digo ‘sí’ porque lo prefiero al
‘no’.
Atención a: la decoración con papel
de periódico, nostalgia impresa.
Recomendable para: los que se inician
en la biodinámica.
Que huyan: los de la fritanga y la
grasa chorreante.
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