Montoro vestido de Pantera Rosa



Sergi Arola recibe la visita de Montoro, según Miquel Ferreres.




SUPERHÉROE. La existencia de Mandela demuestra que ha habido superhéroes entre los humanos.


RECAUDAR. Hacienda somos todos. Por fortuna, Montoro solo hay uno.


BOMBO. Algún estratega de la Agencia Tributaria es partidario del bombo y los platillos. En plan Banda del Empastre, entraron en el restaurante de Sergi Arola, en Madrid, durante el servicio ante la mirada espantada de los comensales. Cuando hablan del “espectáculo de la cocina”, los especialistas no se refieren a eso.

FRAC. Los funcionarios precintaron la bodega, la coctelería y una mesa. Los imagino con la cinta que extiende la policía para delimitar el escenario del crimen. Arola está obligado a pagar –¿Hacienda somos todos?– y apartarse de los argumentos patrióticos, tan antipáticos y gratuitos. Y Montoro, a cobrar sin las humillaciones del cobrador del frac.


CONTONEO. El escarnio público es una práctica que se volverá contra la Banda del Empastre. La recaudación tiene que ser aséptica, sin riñas ni moralina. Abochornar al moroso es una práctica abusiva cuando lo lleva a cabo la Administración, que debería ser neutral y profesional. Y si esa es la táctica, si de lo que se trata es de sacar los colores al defraudador, que sean osados e innovadores y que Montoro se disfrace de la Pantera Rosa y vaya contoneándose –con el movimiento de culo y piernas característico del dibujo animado– tras los que escamotean la pasta.


TIMADOR. Una vez señalado Arola, que se atrevan con los timadores de verdad, esos que han desviado millones de euros y que esquían en Suiza sobre pendientes de billetes y que no tienen ninguna intención de saldar la deuda. Que ante los amigotes, en el club de campo, la Pantera Montoro requise raquetas de pádel, melenas implantadas, tetas de silicona buena y copazos de gintónic pagados con ese dinero negro, pardo o tostado.


AUTOPISTA. Paro en un área de servicio de autopista, un destino a evitar a menos que la vejiga esté a punto de la explosión. Es preferible el canibalismo entre familiares que detenerse a comer en uno de esos sitios. Tres magrebís se están lavando los pies en las pilas, arremangados hasta las rodillas. Apretado, entro en uno de los váteres, observando el pediluvio al pasar. Cuando abandono el retiro momentáneo, aligerado, ellos han desaparecido pero el suelo es una marisma. Da asco, esas aguas podrían esconder pirañas. No hay mensaje ni moraleja en esta entrada de Palabrería, solo denunciar, una vez más, la impunidad de los guarros.


LENTE. Si no quiero lentes progresivas, ¿quiere decir que me estoy volviendo de derechas?


HIELO. En las máquinas de hielo de los restaurantes del Reino Unido habitan más bacterias que en el agua de los inodoros, según una investigación periodística. ¿Fabrican los cubitos con el líquido de los sanitarios?  No. La razón es que limpian más los váteres que los aparatos helados. Por eso el gintónic apresado en hielos es la bebida de estos tiempos sucios.





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