El restaurante: Floreta













[Xavi Jovells ha cerrado Floreta]






           


Floreta
Marià Aguiló, 50. Barcelona
T: 93.000.98.37
Precio medio (sin vino): 20 €.




Hostelero, chef, camarero






“No soy cocinero. Soy hostelero”.
Xavi Jovells tiene glóbulos de restaurador en la sangre. Su patio de juegos fue Can Pineda y cuando quiso independizarse fundó la taberna Els Tres Porquets, que ha cumplido cinco años aunque él dejó la piara.
Después de año y medio en Sevilla entregado a las sopas frías, regresó a Barcelona, encontró un restaurante en Poblenou que fue gallego psicodélico y le ha puesto Floreta por nombre, “¡por los guisantes, eh!”.
  
Xavi es hostelero, es cocinero y es camarero, no distingue entre dentro y fuera, entre sala y cocina. Atiende sartenes y clientes.

“Mi momento feliz es a las seis de la mañana, solo, con la radio puesta, sin que nadie me interrumpa. Es entonces cuando guiso”. Esas albóndigas con setas que perduran en la carta de Can Pineda “desde hace 30 años”, que le enseñó el padre y que él reproduce sin modificaciones, “¿para qué cambiar lo que funciona?”.

Está entregado a Floreta, “de momento, cocina sin interrupciones, de la mañana a la noche”, con el reproche de la madre: “Pero tú, ¿cuándo duermes?”.

Confía en los vinos naturales, otra prueba de la expansión, y recomienda Maçaners 2012, un sumoll de color de una rodilla magullada. Lo bebo con el gusto del descubrimiento.

Experto en compras, habla Xavi sobre el huerto de “agricultura extrema” en la Cerdanya, a 1.150 metros de altura, de donde le envían esas patatas para su versión de las bravas, con tomate especiado, wasabi y tabasco, que buscan su espacio en la ciudad rabiosa.

Cada vez tengo menos interés en esta preparación, no así por los buñuelos de bacalao, buenos en su abuñuelamiento, cada uno de una manera. “La receta me la dio una señora andaluza con 70 años”.

Entra bien la presa ibérica amenizada con una veintena de condimentos.
Una ración de Jamones Rodríguez, que ha aportado dinero a Floreta, viaja sobre el pan de cristal de Concept Pa (lo he escrito otras veces, soy #fan).
Bravo por el atún con soja y sake –no necesita esos cristales de sal– sobre ajoblanco, rojo y blanco, Tokio y Sevilla, platillo que habla del estilo de la casa, un-poco-de-aquí y un-poco-de-allá combinado con gracia.
Me dejo atravesar por el pincho de cordero, carne macerada durante dos días con especias, a la que le sobra la dulzona reducción de vino, que Xavi suprime de inmediato.

Las frutas han desaparecido de los comedores, así como algunas dignidades. Por eso aplaudo el melocotón de viña con vino blanco y, por si no he tenido bastante alcohol, bautiza unas cerezas con añís, anís quería escribir.

A las cuatro de la tarde, otro restaurador telefonea a Xavi. ¿Puedo ir? ¿Me darás algo? Eso lo hace feliz, los del oficio son buenos clientes.

Cocinar, atender, servir, departir. El personaje del patrón, ese que está en todas partes a la vez y cuya ausencia desorienta a la nave.





Atención a: la carta electrónica de comer, y de beber.
Recomendable para: los que buscan el Off Eixample.
Que huyan: los que necesitan espacios amplios.














     

Comentarios

  1. Me encantó el contenido de este post. Un gran saludo y...¡a descansar como dice tu madre!

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