Los exjefes de El Bulli muerden Barcelona













{Información publicada el sábado 27 de septiembre en El Periódico de Catalunya}





La hostelería barcelonesa suelta más sudor que una sala de spinning. Este otoño la floración de setas es espectacular, así como la de restaurantes.

Uno de los estrenos sonados será el del establecimiento de Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas, los tres ex jefes de El Bulli, que desde abril del 2012 practican sus buenas artes en Compartir, en Cadaqués.

Recorrer esos 169 kilómetros ha sido difícil: han tardado más de dos años. No es que se hayan desplazado a pie, es que han querido estar seguros de pisar con firmeza en la metrópoli.

Los tres hablan con una sola voz: “En Cadaqués hemos aprendido a volar. Antes de aventurarnos aquí, ha sido necesario consolidar aquello”.
El espíritu vacacional y los arroces soleados y el tapeo con voltaje de Cadaqués alcanzarán en la ciudad una mayor complejidad.

Quieren huir de términos rimbombantes y disuasorios. ¿Alta cocina, vanguardia, creatividad?
Será todo eso pero con el adecuado relax, sin asustar al personal, buscando el disfrute y a un precio meditado. “Vamos a ajustarlo todo lo que podamos». Entre 45 y 80 euros, entre servir 11 platillos o ¡30!

Pese a los currículos de general llegan con la modestia del cabo: «Somos conscientes del nivel brutal de Barcelona». En obras, el local ocupa  los bajos del número 163 de la calle de Villarroel, vecino del mercado del Ninot, de donde (también) abastecerse. Confían en abrir en diciembre: obreros, empujen.

Son dos plantas: 385 metros cuadrados con dos salas para 70 personas; y otros 200 para lavabos y almacenes.
La decoración, diseño de El Equipo Creativo, espumea: mezcla el Mediterráneo, Barcelona, Miró, la cerámica, esa iconografía de colores fragmentados y vivos. Aún no es posible revelar el nombre por un asunto de permisos.

«La oferta será menú degustación a la carta». ¿Y qué quieren decir? Que el cliente puede picotear lo que le dé la gana, pero que si transitan por los 11 apartados la experiencia cobrará sentido pleno. Empezar por un cóctel (granizado de ron con fruta de la pasión y café) y acabar con un snack dulce (mandarina helada), dos golpes que unen principio-final.

Entrar en el taller del barrio de Sants donde Castro-Xatruch-Casañas planifican es ver la mesa de Patton antes del desembarco de Normandía: extienden la vajilla que van a usar y con qué llenarla. Y en las paredes, las fotos de los 65 platos, el sashimi de verduras, el ssam de rape a la romana, los macarrones a la carbonara hechos al momento...
    

OTRAS BUENAS APERTURAS /


El gurmet otoñal y ansioso deberá planificar su agenda como si fuera la de un director general.


Albert Adrià (Tickets), el noi de L’Hospitalet, acaba de abrir el mexicano Hoja Santa (vecino de la taquería Niño Viejo).


Artur Martínez (Capritx), el noi de Terrassa, Matís Bar.


Victor Quintillà (Lluerna), el noi de Santa Coloma, Bitxarracu.


Paco Pérez(Miramar), el noi de Llançà, Doble (en los bajos de L’Eggs).


Y hacia finales de octubre, Ángel León (Aponiente), el noi de El Puerto de Santa María, tendrá hilado un bistró marinero en el Hotel Mandarin. 

Todos lucen estrellas, y otros cuerpos celestes.




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