Restaurante valiente busca chef solidario
Fotos: Andrea Moreno |
Al acabar la cena con
la que se festejaban los 10 años del restaurante Canonge, en Manresa, iniciativa
de la Fundació Ampans para dar trabajo a personas con discapacidad intelectual,
Toni Espinal se dirigió jocoso y provocador a Bernat Gurt, jovencísimo
responsable de los quesos Muntayola, otra empresa de la institución.
Espinal, director de Ampans, lo retó a elaborar uno nuevo y rompedor. Era un desafío amistoso: el azul de cabra y el de búfala de Muntanyola, por citar intensidades, estaban entre los mejores del mundo, según el jurado de los World Cheese Awards.
Espinal, director de Ampans, lo retó a elaborar uno nuevo y rompedor. Era un desafío amistoso: el azul de cabra y el de búfala de Muntanyola, por citar intensidades, estaban entre los mejores del mundo, según el jurado de los World Cheese Awards.
El último pase el
banquete fue una tabla con pequeñas obras maestras del lácteo, un pulso de
leches entre Muntanyola, en el Bages, y Serrat Gros, en el Alt Urgell. ¿A qué
venía ese vacas contra cabras, búfalas contra ovejas, el choque de cencerros? A
que el chef invitado para la efeméride era Diego Alías, de Ca l’Amador,
restaurante de Josa del Cadí, vecinos de Serrat Gros y sus mugidos. Sobresalieron
dos cortes: Lupulus, de Muntanyola, y Lo Pebrat D’Ossera, de la quesería del
Pirineu.
Olía Bernat el hilo de
algodón que cubría la pirámide fundente de Lo Pebrat y los colegas de Ampans lo
incitaban a superarlo. Ese era el tono y esa era la actitud. Colocaban los
productos en el mercado aceptando la competencia, buscando superarse, invitando
al público a adquirirlos por su calidad.
Xavier López, responsable de proyectos, pensaba que, además, el valor social “era un plus” para el comprador. Pudiera ser. Lo que se comía y se bebía era bueno sin excusas. El Canonge daba trabajo a 13 chicas y chicos, algunos de ellas en el obrador de pastelería, lo que requería de manos finas. Sirvieron la cena con una soltura propia de profesionales. Porque lo eran.
Xavier López, responsable de proyectos, pensaba que, además, el valor social “era un plus” para el comprador. Pudiera ser. Lo que se comía y se bebía era bueno sin excusas. El Canonge daba trabajo a 13 chicas y chicos, algunos de ellas en el obrador de pastelería, lo que requería de manos finas. Sirvieron la cena con una soltura propia de profesionales. Porque lo eran.
Sin querer, y gracias
a las donaciones, Ampans era una mini potencia gastronómica. Además de los
quesos, administraban los vinos Urpina –con el cabernet sauvignon U d’Urpina
como cumbre– y la recentísima incorporación de dos nuevas etiquetas, de sumoll
y mandó. En continua búsqueda de complicidades, las bodegas Collbaix y Abadal
se encargaban de pasar las uvas a las botellas, de convertir la fruta en
eternidad. La tercera pata del taburete gastro era Canonge, con Janeta Camps
como ideóloga, modelo que querían exportar fuera del Bages.
Si funcionaba en Manresa, ¿por qué no en Barcelona? Espinal pensaba que necesitaban, de nuevo, alianzas. ¿Qué cocineros valientes estaban dispuestos a contribuir? Decía en voz alta: “¿Quién querrá aliarse con nosotros?”. Cocineros y cocineras audaces, den un paso. Nandu Jubany ayudó en la conceptualización y lanzamiento del Canonge original.
Si funcionaba en Manresa, ¿por qué no en Barcelona? Espinal pensaba que necesitaban, de nuevo, alianzas. ¿Qué cocineros valientes estaban dispuestos a contribuir? Decía en voz alta: “¿Quién querrá aliarse con nosotros?”. Cocineros y cocineras audaces, den un paso. Nandu Jubany ayudó en la conceptualización y lanzamiento del Canonge original.
Cooperación,
compromiso, unión. Manos que llevaban a otras manos. Por ejemplo, las de Diego
Alías que trasladó a la sombra de Montserrat la cocina de alta montaña, con unos blinis de
trucha de Tavascan y una escudella
texturizada de fiesta mayor. Porque celebraban una fiesta mayor, a la que la
cocinera Rosa Gracia y el equipo de Canonge contribuyeron con una berenjena
blanca –hortaliza recuperada– con anchoa y un fricandó de ternera, según la receta de las Cuineres del Bages.
Entre Manresa y Barcelona hay solo 60 kilómetros y mil oportunidades. Cocineros solidarios: apúntense.
Entre Manresa y Barcelona hay solo 60 kilómetros y mil oportunidades. Cocineros solidarios: apúntense.
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