El restaurante: Bitxarracu
[Este restaurante ha cerrado]
Bitxarracu
Valencia, 212. Barcelona
Valencia, 212. Barcelona
T: 93.114.84.44.
Precio medio (sin vino): 17 €.
Menús: 15 y 20 €.
Para pringar dedos
Después de 14 años, Victor Quintillà y Mar
Gómez han sacado Lluerna de la arena.
Triunfar en Santa Coloma es triunfar en el mundo y pese a los entusiastas
gurmets que subieron a la nave desde el principio fue la bandera de Michelin la
que les ha dado visibilidad.
Hay veces en que la estrella brilla menos que la bombilla
de un bar de citas y otras en las que es un fogonazo.
Hace un año, en un encuentro casual en el
aeropuerto, me explicó que buscaba local en Barcelona, tarea a la que había
dedicado tiempo, y desengaños. Por fin ha dado con el espacio, amplio y cómodo,
“listo para cocinar”.
Donde estuvo Loft 212 han soltado Bitxarracu, que como
logo e intención tiene un bitxo, una
guindilla enorme.
Asociado con Víctor, el profesor de cocina Lluís Tomàs, el
hombre que da la cara: “Bitxarracu habla de desenfado. Algo gamberro. Podemos
hacer cosas japo, thai…”.
La misma foto del bitxo
cuelga del privado del Lluerna. Es la conexión BCN-Santako. “Lluerna tiene unas
reglas, una forma particular de cocina, y aquí es otra”, puntualiza Víctor,
aterrado de que alguien se confunda. Lluerna es Lluerna y Bitxarracu, el primo
canalla.
Poseído por lo excesivo, elijo una
degustación pantagruélica para embozar arterias.
Renuncio a croqueta-brava-rusa
porque sé que serán disuasorias, aplacarán el hambre por placeres mayores.
Lanzado hacia lo ibérico, le doy al mollete, pan de aceite del horno Turull de
Terrassa, con huevo frito y jamón. Fantástica guarrada: rompo la yema y pinto
en el revoltillo.
Tengo una objeción al ssam (coreano) de papada: no es un reproche a la calidad del cerdo,
buena cocción, sino al emplatado. Es mejor que sirvan la lechuga romana aparte para
que cada cual envuelva y salsee al gusto. Las hojitas de menta son la
desengrasante coartada. ¿Finger food?
¡Dedos pringaos!
Por fin de temporada, retiran la ensalada de
tomate con esferificaciones de mozzarella y la pido porque quiero saber cómo
aplican una técnica de vanguardia en un comedor batallador. Y sale muy bien. ¿Acaso
la mozzarella no es ya una esferificación gigante?
También el curry thai de
pollo de payés, que Víctor aprendió en Tailandia, tiene truco tecnoemocional:
el ave está cocinada al vacío. Fantástica, se deshace en la boca. Plato de la
carta, hoy también lo ofrecen en el menú de mediodía de 10.80€. ¿Salen las
cuentas?
Bebo El Castro de Valtuille 2012, mencía
ligera para compensar la contundencia. La butifarra de Cal Nen, elaborada según las
indicaciones de Víctor, une más Santa Coloma-Barcelona que la línea de metro.
Vecina de Lluerna, la charcutería colaboró con el cocinero para esta pequeña
maravilla con su perverso toque de orujo. Acabo con un bajativo: la espuma de
coco y piña.
Escuchar a Víctor: su entusiasmo, su rigor,
su capacidad, su honradez.
He aquí otros de los platos de Bitxarracu. Y no los menos importantes.
Atención a: los buenos precios, ¡y en el
Eixample!
Recomendable para: los que quieran comer sin
fronteras.
Que huyan: los de ensaladita, quinoa y bayas
de goji.
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