El restaurante: Can Boneta
[Joan Boneta ha traspasado el negocio]
Can Boneta
Balmes, 139. Barcelona.
T: 93.218.31.93.
Precio medio (sin vino): 15-20 €.
Menú mediodía: 11,50 €.
A favor del porrón
Esta no es una taberna disfrazada de taberna,
taberna de interiorista, sino el franco sentir del cocinero Joan Boneta
asistido por su hermano Toni. Si a Joan lo llaman “cocinero” se estremece
porque su oficio durante un cuarto de siglo ha sido el de arquitecto. Eh,
cocinero, qué fresco y nuevo suena, como un piso recién estrenado y con las
ventanas abiertas. Eh, cocinero.
Cuando el mundo de la construcción se deshizo
como arena bajo la lluvia, decidió que debía reconstruir su vida y diseñó el
nuevo plano. Se apuntó a la escuela Bellart, donde tuvo como maestro a Pep
Nogué, a quien fue a buscar para levantar Can Boneta.
“He soñado toda mi vida con esto”. Ha tenido que esperar a los 49 años para dar forma al aire.
Acostumbrado a lo sólido, también
ha recurrido a buenos materiales para su casa.
Comí unas mini tortillas de
patata y cebolla con butifarra blanca, esponjosas y con curvas y dorado de
blini. Hechas al momento, ligeras y alejadas de esos mazacotes que de caer
sobre el pie te dejan cojo. Miles de bares ofrecen la rubia en mostradores: al
morderla es moldura, yeso. La de Joan es de alto standing.
Muy pocas mesas, azulejos en las paredes,
ganchos que sujetan porrones, cocina abierta, iconografía popular rescatada con
gracia. No hay chiste en los platos. Hablemos de retrococina: usa la baja temperatura para los guisos.
Buena-buena croquetas de carne –sí, ¿qué
pasa?, he comido croqueta–.
Pulpo con
crema de patata, pimentón y tocino crujiente, cerdo y molusco, dos que nunca
viajan juntos.
Macarrones con ragú, otro hit popular desterrado de las cartas.
Pilpil de mongetes con tripa de
bacalao: seda blanca.
Meloso de ternera con ceps:
ese temblor en la boca. Costilla de cerdo duroc de la Garrotxa con soja y miel.
Y un rabo de vacuno de muuu. A la salsa de ratafía le sobra dulce.
Can Boneta, Bitxarracu y Matís Bar, tres de
los últimos restaurantes a los que he ido, con diferentes estilos y filosofías,
sorprenden con una calidad notable a precios amistosos, en torno a los 15-20
euros (sin bebida). En el caso de los Boneta, con el plus de un cocinero sin
experiencia que guisa con plomada y cartabón.
El
apartado a sacudir es el de los postres –confían en los helados del maestro
Angelo Corvitto– y el de los vinos, sin carta, con la oferta de una bodega en
concreto y con compromiso de cambio y rotación. “Es que no tenemos más
espacio”.
Cuando fui tocaban los de AT Roca y celebré que el gran Agustí
Torelló volviese a la carga. Tomé Sileo 2013, vino rocoso adecuado para estas
contundencias.
En Can Boneta el porrón no es
decorativo. Aparece en las mesas como
símbolo y credo. El porrón, aún no lo sabemos, será moderno.
Amigos sumilleres,
ese cristal bifronte, ¿podría ser el decantador
perfecto?
Atención a: los embutidos y carnes de Jordi
Vilarrasa, de Olot.
Recomendable para: los fans de los bikinis,
tienen 5.
Que huyan: los de sacarina, ligeresa y
semidesnatada.
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