13 nigiris del luchador zurdo



Hideki, armado y peligroso.


Nigiri de calamar.


Nigiri de pargo.


La armería.


Nigiri de langostino.


Nigiri de cigala.


Nigiri de gamba.


Pues no, no era el Shunka, sino el Koy.


Nigiri de salmón soasado.


Nirigi de toro.


Platito.


Preparando la anguila.


Alga crujiente con toro.


La prueba de que Hideki es extraterrestre.


Nigiri de chipirón.


Nigiri de espardenya.


El itamae, harto, planeando la huida.


Nigiri de navaja (1).


Nigiri de navaja (y 2).









Ponerse en manos –esta vez en un sentido literal– de Hideki Matsuhisa es una gozada. Acostumbramos a reservar la primera semana de agosto para la visita al Koy Shunka, días antes de que el itamae regrese de vacaciones a Nagoya. En ese tiempo de vigilia está más sonriente y salpimentado que de costumbre.


Pienso en Hideki y en la cabeza suena el gong.


El plus de este shunkazo fueron los obsequios que recibimos de sus manos: 13 nigiris masajeados al instante por los dedos del artista y depositados sobre la cerámica como una ofrenda. Hace un par de años rozamos los 20 y la épica. 


De sus dedos a los nuestros, sin mediadores.


La primera palabra del diccionario gastronómico tendría que ser tocar.


Como parte de la ceremonia anual, le pedimos otra vez examinar los cuchillos, fundidos, templados y afilados por artesanos. Uno supera los mil euros, hecho a mano, hecho a medida en Tokio.


El que le regalaron con 15 años.


El que compró con 24.


El que sometió con 37. 


Hideki es zurdo y desde esa posición de corte observa y comprende el mundo.


El luchador zurdo.


La mano zurda.


Recuerdo una película tremenda de mi infancia vista con otros entrecerrados: El luchador manco.


Hubo otros platos, sobresalientes, pero sin la carga eléctrica del nigiri: las vieiras con trufa de verano y piparras, el plato de fideos, el pincho de lenguado, las cocochas de cherna, las tiras de salmón congelado de Hokkaido, el tataki de bonito con tomate feo de Tudela.


Acabo de comprender el chiste.





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