Dim sum y muerte
Es una más de las 298 historias que se estrellaron con el vuelo MH-17.
El mensaje lo firma Albert Adrià, consternado.
Los móviles son cajas negras.
«Dos de las víctimas del avión tenían un restaurante chino de narices en Holanda. Eran amigos. Buenas noches».
Ese buenas noches, tan corriente, es el punto de dolor del texto. No son buenas noches. Son noches y madrugadas terribles para los familiares de los asesinados. Sí, asesinados. Quien lanza un misil es un asesino.
Las víctimas son Jenny Loh y Popo Fan, dueños de Asian Glories, el restaurante al que se refería Albert, en Róterdam. En tierra quedó el hijo, Kevin, de 30 años. Huérfano.
Hubo flores a la puerta de Asian Glories, donde Popo Fan cocinaba, según la crítica, unos dim sum formidables.
Y hubo solidaridad y compromiso por parte de los chefs, esos a los que los fatuos rotulan de frívolos y superficiales.
Dos de las estrellas de la cocina holandesa, François Geurds y Herman den Blijker, han ahijado a Kevin.
El tercer pasajero de la familia era la abuela, Siew Po Tan. Han muerto la madre, el padre, la abuela.
Los dim sum de Asian Glories encerrarán la memoria de los tres.
Malasia, Taiwan, Algeria, 462 historias en apenas dos semanas. Contrasta con el mínimo histórico de tráfico de 2013 en España, 1.128 personas. Una historia estremece, 462 entristecen, 1.128 anestesian.
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