Pan de pícaros









Demasiadas veces, el servicio de pan en los restaurantes ofrece abusos.

Pasó este verano en dos comedores de la costa, en el Maresme y en la Barceloneta.

En el primero, nada más sentarnos, y sin abrir la boca, depositaron un plato con “pa torrat”, especialidad del establecimiento.

Pedimos cambiarnos de mesa, accedieron y el camarero nos siguió con la ofrenda. Si pensábamos que era cortesía, erramos más que Ter Stegen: 7,08 euros por cuatro rebanadas. El kilo debe de alcanzar precios de lingote.

La segunda torta fue al revés.
Pese a la bandejita del pan no pedida que llegó con el aceite y la sal, quisimos una ración de coca con tomate y aunque solo habíamos solicitado la segunda, nos cobraron las dos. Las rebanadas sin untar: 6 euros, a 1,5 por persona.
Con esos sablazos, ¡viva la barra de gasolinera! 

La picaresca hostelera tiene que cesa cesar: todo lo no pedido expresamente debe ser considerado un regalo de la casa. Esas cantidades afectan a las cuentas y, sobre todo, dan más rabia que una boda con pamelas.

Es, además, aguafiestas. Reclamar en una factura (hay que hacerlo) garantiza una sobremesa con indigestión.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Restaurante Claris 118 // Barcelona

La guía Michelin quiere ser The World's 50 Best Restaurants

Desnudos y exhibicionistas: unas palabras sobre el 'food porn'