Restaurante El Vaso de Oro // Barcelona
El Vaso de Oro
Calle de Balboa, 6. Barcelona.
T: 93.319.30.98.
Precio medio: 20-30 €.
Singladura de espuma
El capital paquistaní
ha puesto los ojos y los kebabs en la Barceloneta, según cuentan los diarios.
De continuar con este ritmo, pronto en el paseo Joan de Borbó flotarán los aromas
de especias sobre los de las mariscadas.
Desde hace 53 años, El Vaso de Oro
sigue su singladura de espuma en la calle de Balboa. La característica de la
casa es la inmutabilidad. El nostálgico que regrese a la barra se reencontrará
con platillos conocidos y, probablemente, con los mismos camareros.
La casa se
ufana de la amabilidad de los trabajadores y de cómo son capaces de recordar
qué toma cada cliente. En busca de la paleogastronomía vuelvo a la Barceloneta
esquivando bandadas de velociraptores, también conocidos como turistas.
El único cambio en el
establecimiento es la cerveza, elaborada por el propietario, Gabriel Fort, ex
olímpico, ex waterpolista, ex karateka.
Poco a poco ha ido desplazando la industrial.
La que mana hoy de sus grifos es 100% Fort, cocinada
en una microcervecería de L’Hospitalet.
En El Vaso de Oro, el padre, con el
mismo nombre, dejó sentada una pequeña revolución que Gabriel continuó: se
decidieron por la barra y los taburetes, empezaron a servir tapas, algunas muy
copiadas; se especializaron en la rubia, aunque lo demandado hace medio siglo era
el vino, y regalaron a la ciudad dos copas, la flauta y la filo.
Comienzo con
una flauta de la common beer de la
casa, “la cerveza del obrero”, según la nomenclatura que explica Gabriel. Es
muy buena, pero aún más la siguiente flauta, una cream ale con notas de albaricoque.
Gabriel sale a presión: habla
de “cultura de la caña” y de cómo esa bebida “es la desconocida” en los
restaurantes michelineros.
Circulan los
platillos. La mojama: ¿qué tal un chorrito de aceite?
La muy buena ensaladilla
con pasta de atún picante: habría que desengrasar el pan frito.
Anchoa, tomate
y pan integral: mejor tostado.
El sándwich granjero: excelente; jamón dulce,
queso, lechuga y tomate, mezcla genuina de Gabriel, que de joven se aburría de
desayunar lo mismo.
La gamba de la Barceloneta, el emblemático solomillo con
fuagrás y el atún a la plancha con pimientos de Padrón.
“Buen producto poco
mareado”, resume el dueño. Estoy de acuerdo. Sería interesante aplicar al tapeo
la filosofía reformista que lo ha llevado a ser un crack cervecero.
Escuchar a Gabriel
–que tiene a su hijo, del mismo nombre, Gabriel Fort III, trabajando tras la
barra– es instructivo. Es historia viva, y espumeante, de la Barceloneta.
Cuenta que el abuelo, Cosme, procedía del Priorat, que su padre abrió El Vaso
en 1962 y que en la prehistoria de la tapa pinchaban con banderillas en
vinagre.
El Vaso es preeminente en la historia del tapeo barcelonés. No es que
no tengamos memoria, es que se deshace como un fuagrás mal cocinado.
Atención: a las
chaquetillas con charreteras de los camareros.
Recomendable para: los que quieran iniciarse
en el tapeo local.
Que huyan: los que prefieren mesa y mantel.
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