Restaurante Disfrutar // Barcelona
Disfrutar
Villarroel, 163. Barcelona
T: 93.348.68.96.
Precio menú degustación (sin vino): 65 €.
Precio menú festival (sin vino) noche: 95 €.
Son unos artistas
Son unos artistas.
Pienso eso una y otra vez con el desfile de 27 bocados que en dos horas los
muchachos –sí, los muchachos— han cocinado.
Señalo lo del tiempo porque en una
bacanal como la vivida en Disfrutar la velocidad es culminante. De durar más,
de extenderse entre pase y pase, la atención decaería y el estómago se cerraría
como una ostra asustada. Sucede a menudo en grandes restaurantes con los
relojes averiados.
El ritmo con el que sacan cócteles, aperitivos, entrantes, moluscos, pescados y carnes –los
apartados en los que se dividen los dos menús, degustación y festival— es
idóneo.
Los 12 primeros servicios son tan alucinantes que dejan tiritando a la
caballa marinada y al tabulé de coliflor. Es un buen plato, pero ¿cómo competir
con el polvorón de tomate, los espaguetis con cortezas y panceta ibérica, los
raviolis de pesto y la yema de huevo crujiente con gelatina de setas? ¿A qué
altura están esos bocados?
Mientras Albert Adrià repiensa
el 41º en el complejo Enigma, la cocina de matriz bulliniana, tecnoemocional
pura, hay que ir a buscarla a Disfrutar, propiedad de Oriol Castro, Eduard
Xatruch y Mateu Casañas, que ensayaron con Compartir, en Cadaqués.
Compartir no
es Disfrutar.
Compartir es el hermano pequeño de vacaciones en la playa. Disfrutar
tiene barba, es neurocirujano y viaja en descapotable.
La calle de Villarroel está de enhorabuena: el Clínic es el segundo mejor hospital de España y Disfrutar, casi delante, acaba de abrir.
La calle de Villarroel está de enhorabuena: el Clínic es el segundo mejor hospital de España y Disfrutar, casi delante, acaba de abrir.
Todo lo que
aprendieron en El Bulli, del que fueron jefes de cocina e inventores, y
después, lo han aplicado aquí.
He asistido al parto de Disfrutar desde que era
un espacio vacío, unos bajos desocupados. Y ahora, al entrar y ver la barra y
el techo con las cerámicas de colores y atravesar la cocina en la que se afanan
32 personas –sí, este arte taaan tecnificado
requiere de muchas y habilidosas manos— y pasar a la gran caja blanca con 50
asientos, es como tocar el espejismo y que lo imaginado sea real.
Los
anfitriones dirán: “Es la conexión con Cadaqués”. La cal en las paredes, la luz
retenida.
El trabajo de sala es excelente: el camarero Toni Boada, al que conocí
en el Cafè 1907, remata en la mesa varios platos.
Tengo subrayado, y con
admiraciones, los macarrones: hechos con gelatina de jamón, son finalizados en
directo con una espuma de carbonara, yema de huevo y parmesano rallado. Macarrones
de última generación que reavivan el deseo por tantos macarrones perdidos.
En este 2014 que
acaba, Barcelona ha alumbrado una ¡treintena! de restaurantes con interés. La
cifra es bestial: los cocineros son valientes.
Aperturas potentísimas como
BistrEau o el doblete Hoja Santa/Niño Viejo o el multiespacio El Nacional.
Sé, aún en los primeros pasos de Disfrutar, que será un restaurante que dejará huella en la metrópoli.
Sé, aún en los primeros pasos de Disfrutar, que será un restaurante que dejará huella en la metrópoli.
Y no en el paseo de la fama sino en un lugar mucho más
profundo.
Atención: a la barra (en enero), donde hay
carta y no es necesario reservar.
Recomendable para: los que quieran iniciarse
en la mejor cocina.
Que huyan: los que detestaban El Bulli sin
ir.
De geni la frase:que huyan los que destestaban El Bulli sin ir.... A mi em passa al revés. I sé perquè....
ResponderEliminar¿Per què?
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