Restaurante Hoja Santa // Barcelona
Hoja Santa
Avenida Mistral, 54. Barcelona.
T: 93.348.21.92.
Precio medio (sin vino): 90 €.
‘Top mex’
Hoja Santa es el top mex de los mexicanos barceloneses, a
miles de kilómetros del tex mex.
Tiene interés Paco Méndez, el socio de Albert Adrià y chef de la casa, en
diferenciar Hoja Santa (HS) de Niño Viejo, con quien –al estilo matrioska– comparte
puerta, lavabos y pared maestra.
Niño Viejo es una cantina –o la visión
idealizada y gurmet de una cantina– y HS, “alta cocina popular mexicana”. Es un
oxímoron, claro, como cuando otras veces he escrito que Gaig y Can Jubany son
alta cocina popular. Alta cocina que trabaja sobre lo popular.
El 4 de noviembre, HS
festejó el primer año. Brindé con los margaritas que preparó con muñeca maestra
Marc Álvarez, jefe de coctelería del grupo El Barri, cuyo destino final será el
enigmático Enigma, la pieza que queda por encajar de la sociedad Adrià-Iglesias.
¿Qué ha pasado en 12
meses, Paco? “Hemos encontrado el lenguaje, se ha consolidado el equipo [con Donatello Romanazzi como
director y Cristina Losada como sumiller), hemos trabajado a fondo los
moles, hemos introducido productos como la trufa, el fuagrás o el wagyu”.
Han
mezclado lo cotidiano con lo extraordinario. Me interesan la quesadilla de
trufa con ceps y el wagyu con chichilo (uno de los siete moles de Oaxaca), ese
ejercicio de combinar la calle con los palacios, pero donde creo que surge lo
auténticamente gurmet es en el trabajo con los vegetales.
De otra visita
recuerdo el mole pasilla con verduras baby,
asombro de equilibrio y de esta, la cebolla con salsa x-ni-pek.
Una cebolla, sí, que probablemente no excita a la nueva
generación de gurmets, aún necesitada de caviar y tartufo antes de saber que la
verdad es una judía.
La pieza ha sido sometida
a trabajos. Escalivada con el horno Josper, pelada e impregnada con la salsa x-ni-pek (“en maya significa ‘hocico de
perro’; era tan picante que hacía sudar la nariz”) y, en la mesa, envuelta en dos jugos: uno de cebolla
rustida y chile poblano y, el otro, escabeche de recado rojo. Es una cebolla de
llorar, y no por el azufre de la hortaliza.
“Durante un año hemos
buscado el punto de la tortilla. Lo más fina posible, sentir el sabor del maíz
sin que sean pesada”.
La tortilla y sus derivados como parte de la vajilla:
comer recipiente y contenido. Incluso en platillos sin masa, como la sensacional
versión de la ensalada César, sostenida con piel crujiente de pollo.
Pruebo de
nuevo la tostada de gambas, el caldito de camarones en vaso y la infladita de
cochinita pibil.
Otro pase para el recuerdo es el cebiche de corvina con recado
negro bajo un estanque helado, basado en una idea de El Bulli inspirada a su
vez en Mibu. El hielo (el resultado de la marinada) como aliño. Que me lleva a
la leche de tigre congelada de El Celler de Can Roca.
Dos extraordinarios
restaurantes mexicanos fuera de México: Punto MX en Madrid, con una estrella
Michelin, y Hoja Santa en Barcelona. Que el mezcal abra el apetito, y los ojos,
a los inspectores de la guía.
[Pues sí: Michelin ha reconocido con una estrella a Hoja Santa]
Atención: a la vajilla
de Luesma Vega, naturaleza vidriada.
Recomendable para: los degustadores de la más
refinada cocina mex.
Que huyan: los de guacamole de bote.
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