Bar La Plata // Barcelona











La Plata
Carrer de la Mercè, 28. Barcelona.
T: 93.315.10.09.
Precio medio (sin vino): 10 €.



El porqué del éxito




Si La Plata abriera en el 2015 con las decisiones que Josep y Quimeta tomaron en 1945, los expertos en márketing lo desaconsejarían entre gritos y espumarajos a lo El exorcista.

Un bar con cuatro especialidades. No es que la carta sea reducida: es que no existe.

Eso que hoy sería de alto riesgo y radical, inaceptable por el sentido común, ha hecho que la casa triunfe durante 70 años.

¿Cuál es la razón del éxito? Que se han mantenido puros e inamovibles. Cuatro cosas y bien hechas, sin pisar otros territorios que podían ocultar ciénagas.

Y resistir las tentaciones. ¿Cuántas veces los tentó el Lucifer de las Oportunidades? “¿Por qué no haces esto o por qué no añades lo otro?”.

Regreso a La Plata –qué belleza de nombre– sabiendo exactamente qué voy a encontrar. Y esa es la gracia. Dando la cara, como desde hace 43 años, Pepe Gómez, alma del lugar. Más que camarero, una institución. Reparte gracias, y carácter: “La juventud prefiere el boquerón a la sardina”. El boquerón lo puedes comer entero; para la sardina hay que untar los dedos.

La juventud se mancha poco. Aunque estaría bien reforzar las finas servilletas con papeles más gruesos.

Los dos pescados azules, rebozados con harina del horno Vilamala (que también les sirve el pan), están de rechupete. Una buena fritura con aceite de Bargalló. Limpia, crujiente, liviana. La Plata también era conocida como Los Pescaditos: ¿qué más decir?

Primero, vermut Montana Perucchi, a pelo, sin hielo ni aceituna. Después, vino tinto a granel del Priorat.

La canónica ensalada de cebolla con tomate.
El montadito de anchoas: buen calibre, y a buen precio. Otro, con butifarra, también majo. Y fuera de programa, un huevo frito, extra que, a veces, sirven en los desayunos.

Termino con la bestial coca de crema de Vilamala, con más peligro que un dúo entre Bono de U2 y Raphael.

La cocinera histórica fue Anna Marjanet, hija de Josep y Quimeta, 100 ADN de La Plata, ya jubilada. La sustituye Merche Fructuoso, con mano para esa  fritura de vicio.

Roger Pascual, periodista, hijo de Anna, cuenta el porqué de la especialización: “Mis abuelos abrieron un bar para estibadores. Un día mi abuela fue a La Boqueria y trajo peixet. Comenzaron entonces a cocinar. En la calle cada uno servía una cosa: pulpo, jamón canario… Nosotros, boquerones”.

Algunos barceloneses se entregan al rescate de las viejas bodegas (Can Codina, en Gràcia, es uno de los últimos casos).

No se trata de idealizar, sino de preservar. Es también un inesperado toque de atención a la nostalgia de cartón piedra de los decoradores profesionales.

Precisamente La Plata habla de vitalidad y resistencia. Habla de 70 años de boquerones y sardinas. Habla de que si tienes una buena idea, aférrate a ella.
  







Atención: a las fotos históricas y a las del famoseo.
Recomendable para: los que quieren morder historia.  
Que huyan: los que buscan cartas de dos palmos.











Comentarios

  1. Me encanta! Cómo te sabes los buenos rincones! Gracias!

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  2. Un lugar imprescindible, y heroico, de Barcelona.

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  3. Lamentablement un lloc poc respectuós amb la ciutat i el país en el que viu on la oferta de producte es fa en estricte espanyol/castellà

    No conec l'història del local però sembla que hi ha una discontinuitat entre els antics priopietaris catalans i cults (periodista,..) amb els actuals gerents

    Una de les coses difícils és saber llegir una crítica per acceptar-la si és justa i canviar..seràn capaços?

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  4. l'he visitat mil cops..i el que més m'agrada es, a la porta de la cuina un retrat d'un senyor (suposo el propietari que va començar el negoci) i un lema a peu de foto que diu
    Com més donc, més tinc.

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  5. Un clásico de toda la vida y sin duda el local del gótico donde más veces he comido. Espero que no cambie nunca.

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