Restaurante El Cinco // Barcelona
















[Josep Armenteros ha trasladado el Cinco al sótano. Su lugar lo ocupa el Bar Sideral]


El Cinco

Plaza de Joan Llongueras, 5. Barcelona
T: 93.858.08.13
Menú de mediodía: 19.50 €
Precio medio: (sin vino): 35 €



5 razones para comer en El Cinco



Este local, antes de ser El Cinco, ha vivido mucha noche, mucho humo, mucha ginebra, mucho sexo, mucho baile, mucho frote,mucho sudor, mucho ritmo, mucho desparrame, mucha felicidad, y mucho arrepentimiento entre los noctívagos en las mañanas de resaca. Los rayos de la bola de discoteca han picoteado miles de cuerpos.


En 1972 fue Don Chufo y en el 2006 se reencarnó por última vez como sala musical: BeCool. Hace diez meses, el cocinero Josep Armenteros y los jefes de BeCool comenzaron a dar forma a El Cinco, que en el sótano esconde un club, El 5 (ay, la extraña lógica de los diseñadores gráficos), heredero tranquilo de las discotecas que lo precedieron y que deja con la boca abierta. De aire británico, se llenará de modernos con estilosos bigotes y botines de enceradas puntas.

Conocí a Josep en los años 90, cuando trabajaba en Gaig de Horta, donde fue pastelero al principio y mano derecha de Carles Gaig después. Capacitado y emprendedor, fundó una empresa de asesoría y los cursos 'online' Creative Signatures. Debuta como chef en solitario en El Cinco -se refiere a la dirección-, en una ciudad que tiene un Uno y un Le Cinq, y tuvo un Cuatro y un 3. No recuerdo ningún Seis.


Los mediodías, solo menú; y los servicios de noche y del fin de semana, carta: ambas fórmulas demuestran que Josep es un chef solvente, curtido y que no necesita demostrar su valía con platos histéricos como algunos cocineros bisoños y apremiados por la fama exprés.

En la planta a pie de plaza, grandes ventanales para atrapar la luz de invierno y unas mesitas demasiado juntas: poca intimidad. Bebo el tinto Sindicat La Figuera 2016, una garnacha sin sustos. Agua osmotizada: lo que hace poco era excepcional es ahora (agua) corriente. Panes de Bonblat y Triticum.

«Cocina de raíces con guiños a lo de fuera», define Josep. «Un vínculo con lo tradicional», remacha. Ofrece «cinco platos con verduras» porque tiene fe en lo verde y «porque lo demanda el público». La revolución en marcha es la vegetal, que no vegetariana.

Comienzo con una ensalada completísima, un trabajo en torno a lo rojo (tres clases de tomates -diría que el kumato no está en su punto-, fresa, remolachas, frambuesa, rabanitos...) con espuma de albahaca y semillas fritas de chía. Pregunto y ha metido «14 frutas y verduras». Sigo: el punto de la caballa es excelente y los encurtidos y la berenjena ahumada la acompañan sin agredirla.

Mar y montaña de primera, guiso de lujo: vieiras con 'peu de porc' a rectángulos (necesita más), fondo gelatinoso y unos hilos de guindilla que le dan un toque granuja. El postre es apoteósico: torrija de 'panettone' con helado de vainilla. Como dicen en las webs cuquis: «¡Reservad espacio para los postres! ¡Son deliciosos, amigas/os!».

Cinco razones para comer en El Cinco.

1. Descubrir como cocinero a un insigne repostero.

2. Apreciar en los platos la sensibilidad y seriedad de alguien que conoce el oficio.

3. Sorprenderse por los 800 metros cuadrados de montaje.

4. Recrearse en la nostalgia discotequera de Don Chufo o Nitsa.

5. Golfear en el club El 5.

Y la 6
: mucha noche, sexo, felicidad, ritmo. Ningún arrepentimiento.




LO+

El reencuentro con un chef experimentado que por primera vez posee un restaurante.

LO-

Lo juntas que están algunas mesas (que, además, son pequeñas).




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