Restaurante Marimorena // Sant Boi / Marzo del 2023


















Marimorena
Santa Creu de Calafell, 73. Sant Boi
Tf: 936.306.606
Menú de proximidad: 30 €
Precio medio (sin vino): 40-45 €


Este arroz es la estrella del polígono


«Hace muy poco que nos hemos cambiado y ya he olvidado el otro local, en el que era imposible aparcar, no podía hacer mesas grandes...». Quien habla es Albert Mendiola, cocinero y copropietario de Marimorena, en Sant Boi. El nuevo espacio es amplio, una primera planta enorme que puede acoger hasta 120 comensales. Observo a Albert delante del horno de carbón de encina, frente a la vitrina donde los pescados hacen la ola.

El Google Maps, Nuestro Señor del Mapa, me ha auxiliado para llegar al polígono y su despejada disposición de calles anchas y camiones enfadados. Albert está satisfecho de cocinar en un polígono: seguro que prefiere las vistas de una cala idílica pero cada cual juega con las cartas que le llegan.

El Baix Llobregat está despedazado por infraestructuras que lo convierten en lugar de paso, aunque hay miles –y miles– de personas que lo habitan y a las que hay que dar de comer con alegría y excelencia. En un restaurante, lo importante es lo que sucede dentro y no lo que pasa fuera. El restaurante como paréntesis, y aislante.

El Marimorena de Sant Boi siempre ha sido un éxito, así que intentaron prolongarse en Barcelona: la epidemia levantó la guadaña. Servían en la capital una ensalada Waldorf ¡a la brasa!

El reencuentro con Albert ha servido para certificar una notable pérdida de kilos: «Practico seis artes marciales». Vale, me rindo: será una crónica pacífica. Patricia Torres, pareja y copropietaria, sigue al frente de la amabilidad, la sala y los vinos: buena elección con el palomino del Forlong y el moscatel de Finca Antigua. Y se suma al grupo, el hijo de ambos, Ferran, encargado de los arroces y practicante también de golpes y patadas y cantante: artes mixtas.

Hablo, pues, del arroz en primer lugar. Paellita individual, #arrozparauno (¡bravo!), seis posibilidades, con alguna tan atractiva como la picante con callos y caracoles.

La mía, de 'pota blava' del Prat, con muslo de karateka, unos 700 gramos cocinados a 65º durante 24 horas y salseados con una 'demi glace' de ternera y mistela: qué punto, qué pollo.

Gramínea variedad carnaroli (ahí discrepo: no da la mejor textura para los secos, aunque tiene fans irreductibles como Nandu Jubany), cultivado por el Molí de Rafelet en el Delta, nacarado con un sofrito/azafrán/vino blanco, 'ceps' confitados, caldo, llama y brasa. Y a disfrutar como un Bruce Lee.

Militantes de la proximidad, de Slow Food, del Parc Agrari del Baix Llobregat –ese milagro entre depredadores del suelo–, son alcachoferos, así que la hortaliza con blindaje llega de varias formas: rebozada como un buñuelo y, oh, como parte de un 'trinxat'. 

Me agrada el 'trinxat' de alcachofa porque hay que favorecer que los platos muten sin estridencias, con una papada de vicio y 'kalette' frito. ¿'Kalette'? Mezcla de col de Bruselas y 'kale'. No he superado el 'kale' y ya se desdobla en 'kalette'. ¿Por qué llamarla 'kale' pudiendo nombrarla col rizada?

Nunca como en estas semana me han preguntado: «¿Te gustan las alcachofas?». No he dicho que el arroz también lleva un par y que los calamarcitos salteados están amenizados con cortes fritos de la planta herbácea, confitura de 'calçots' y mayonesa de gamba (buena idea). Pena por los calamarcitos, con arenilla, y correcta respuesta por parte de los 'marimorenos': no los cobran.

Ensalada con variedad de vegetales, con el 'pak choy' (otra col) como solista y la participación decisiva de la caballa marinada con vinagre de arroz y sésamo. Fin, y algo KO: torrija y helado de avellana.

En la carta, sigue el carpacho de huevo frito (yema) con el que conocí a Albert como cocinero del Bar Mut allá por el 2010. Dos años después abrió Marimorena con Patricia. Y, ande, ande, ande, han llegado tranquilamente al polígono.


El equipo

Daniel Pérez, Francesc Manghisi, Adnan Lakhal, Javier Plaza y Mónica Ruiz.




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