Cinco cosas que me frustraron en Bardot








Entré en Bardot con ganas de disfrutar, pensar y escribir. Solo tengo claro lo segundo y esta mini lista de razones adversas. Voy a los restaurantes a que me gusten, no a que me disgusten. Bardot me puso de mal humor y arruinó la digestión del viernes. Nuevo novísimo, de diciembre, llena las mesas sin empuje publicitario. Mejor para ellos. Clientela de la Diagonal barcelonesa, un público con dientes buenos.

El interiorismo es de Lázaro Rosa-Violán, Herr Dekorator. Amigos restauradores, hay otros nombres, ¡incluso más baratos, originales, novedosos y sin que el resultado recuerde a una franquicia!
Sus locales parece que hayan estado ahí toda la vida, aunque solo haga un rato.
Lo contrario al estilo bótox: lo nuevo parece viejo.

Las cinco cosas que me frustraron en Bardot.

1. La oscuridad: me agrada la luz, ver lo que como. Es espantosa la penumbra, un regreso a las cavernas. Usé el flas para las fotos y los platos salieron con cara de susto. ¿Leer diarios? Imposible. Olvidé el casco de minero.

2. La estrechez: atravesar la barra es golpear el lomo de cada uno de los comensales. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Me sentaron en una mesita individual en un lugar que parecía de paso. Me dio la impresión de que estorbaba. Los clientes estaban tan cerca los unos de los otros que podían compartir la información de la bolsa.

3. El servicio: fue correcto sin efusividad. Había platos del día pero no me los cantaron. ¡Si no muerdo! Al final, el camarero me preguntó qué me había parecido, expresé la objeción del punto 4 y dijo que lo comunicaría a la cocina. ¿Lo habrá hecho?

4. El falso tomate de txanguro. La mayor pega. Es un plato de Dani García: ninguna referencia al autor. Tampoco a El Bulli con las olivas esféricas de Kalamata y el airbag de costillitas de cabrito. La memoria y los homenajes.
Pregunté sobre el tomate y me respondieron: "Lo hacemos nosotros. Lleva gelatina". Gel vegetal y colorante rubí, según la receta de Dani, titulada Falso tomate raf relleno de pipirrana. Este tenía tripa de txangurro, una pasta demasiado amarga.
El problema verdadero aún no ha sido expuesto. Ya va. Ya va.
La bola roja estaba fría, fría, fría, desagradable, pura nevera. Y por no hablar de la tristeza de la presentación. Una de la piezas de mentira había perdido el rabito. Qué desolación. Porque ¿depositarlas sobre una ensalada fresca habría sido poco moderno?
La situación mejoró con el rabo de toro. Quise saber: ¿vaca o toro? "Toro", afirmaron. Tengo que creerlo. Estaba bueno, y caliente. No me importó morder un huesecillo. A la tercera interrupción pensé que lo habían deshuesado mal.

5. El precio: 31,10 euros con una copa de vino, Comunica 2010, agua y un café. No tuve ánimo para el postre. 10,90 euros por dos tomates casi congelados (¿porque es invierno?) y 13,40 para pagar la cua. Muuu. Una cornada. Cabizbajo, me fui sin orejas.




Comentarios

  1. Basta ya de copias, basta ya de modernismo, basta ya de imitar al pasado, basta ya de hacer que te sientas fatal por pagar más de diez euros por un mini plato. Yo pido frescura, desparpajo, originalidad y encanto (del verdadero) a los lugares, aunque sea con una simple ensalada verde.

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  2. Reflexionar sobre las propias capacidades debería ser una obligación profesional. No solo vale con el dominio de la técnica; el cálculo de otros factores es vital para determinar la calidad final. Hay que ser honesto con uno mismo. Ni caer en el conservacionismo funcionarial, ni vender humo sin saber con que leña enciendes el fuego... Honestidad y sentido de la responsabilidad hacia las espectativas que el cliente espera de nosotros y, un mínimo sentido del ridículo...

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  3. No hay cocina sin pensamiento. Saber qué haces, saber por qué lo haces. Honradez, sí.

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  4. cuanto restaurador sale indignado cuando en redes sociales les machacamos...
    y no, el objetivo no es machacar, pero coi... con ciertas actitudes, el recorrido es el que es...
    parece que el cliente debe ser bobo
    toro o vaca? y a ti que más te da??? pues me dà porque si es vaca porquè me vacilas?
    nada...
    arrieros somos...
    Ricardo Santiago

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