El restaurante de la semana: La Guingueta
[Este restaurante ha cerrado]
La Guingueta
Platja de Sant Miquel y del Bogatell.
T: 93.101.02.81.
Precio medio: 10-25 (sin vino).
Sexo en el chiringuito
Comer en la Barceloneta vestido de
trabajo --con pantalón largo y cara amarillo
oficina-- es como ir a una playa nudista con albornoz: inapropiado. Pero
así de cruda es la vida del cronista. Inmersión rápida en el ecosistema playero
y regreso a la jaula de las fieras sin haber infusionado un dedo en el
Mediterráneo.
Protegido de la insolación y de las tribus de vikingos
escaldados, me siento a la sombra de La Guingueta, negocio ventilado de Carles
Abellan y Joan Escribà, con dos sedes, en la playa de Sant Miquel --donde
estoy-- y en la del Bogatell.
Carles, que tutela ya seis
establecimientos y asesorará una tapería en Montreal, considera el verano del 2013
de entrenamiento chiringuitero:
“Hemos conseguido una concesión de cuatro años. Estamos a mitad de temporada y
lo cogimos hace poco”. El 20 de noviembre, la construcción tiene que estar
desmontada y guardada y la playa, devuelta a las gaviotas.
Abrir un chiringuito significa
reflexionar sobre qué se come en un lugar sin paredes. “Todo es terraza, la
cocina mide 20 metros cuadrados. Solo tenemos un microondas, un horno y una
sandwichera. Parte de la comida es de ensamblaje; parte, de nuestro centro de
producción y logística”. Astucia y capacidad para encajar el puzle. Solo si el
profano se fija se dará cuenta de que es una cocina sin cocina.
Carles es franco y recomienda
prudencia en las expectativas: “Es que es un chiringuito, eh”. Tapeo mundano a
lo Abellan, helados softs de
Rocambolesc --la heladería de Jordi Roca en Girona-- y una barra de cócteles,
zumos frescos y sex shots, chupitos
de wheat grass (hierba de trigo) para
estimular la libido. Elijo un batido para la resaca (manzana, kiwi, hinojo y
limón) y un chupito de “viagra natural”. Desaparece el dolor de cabeza. Estoy
listo.
El chef ha destinado a salvavidas del equipo, como Toni Morago,
que supervisa las operaciones a pie de arena. Y Evelyn de las Alas, de Comerç
24, simpatía rapada y multilingüe, que dirige el servicio.
Me dejo llevar por
la calentura y pido raciones picantes: alitas de pollo con kimchi (excelentes),
nachos al estilo Tlaxcal, el mexicano del que ya he escrito; patatas bravas (el
tubérculo es alemán) y dos hot dog
catalanes, butifarras de Cal Rovina con aliños internacionales.
Prefiero el de
Japón, con salsa teriyaki, al de México, con guacamole.
Los perros calentorros permiten
otra reflexión tendenciosa: repensada
la hamburguesa, ¿por qué no darle caña al hot
dog? Apuntan maneras los de Sagàs, la Moritz y The dog is hot.
Con los
chiles, el sex shot y las salchichas parece
que estoy en un programa de Ola-ola.
Arman una coca fantástica y al minuto con productos de Francesc Collell: pane
carasatu, tomates de Paolo Petrilli, alcaparras, anchoas y aceitunas.
La ensalada
César es viciosa y a los mejillones con salvia y lima, ¡en un orinal!, les
sobra potencia de microondas. Evelyn trae tres helados y el yogur-frambuesa dulcifica
el furor.
A 35º exteriores y con el volcán
interior, lo óptimo sería un baño. Pero el paréntesis ha acabado y hay que volver
a amarillear con la luz del fluorescente.
PICA-PICA
Atención: a la oportunidad de tomar
helados de Rocambolesc en Barcelona.
Recomendable para: los que buscan comer
o cenar al fresco.
Que huyan: los que se agobian en una
playa tumultuosa.
Que bien este post, me encantan estos sitios que recomendais, porque nunca se sabe
ResponderEliminarNadar y comer...
ResponderEliminarYo estuve trabajando ahí y sirven comida precocinada a precio de oro
ResponderEliminarCuatro días de bolsa con guacamole 12€ ,je,casi nada