Mi primera visita a San Sebastián (con permiso del Jefe). Entrega 1



Madre siempre me dijo que lo primero era la educación, aun por delante de la limpieza, así que me presento ante ustedes, humilde y respetuoso (¿bajo más la cabeza, Jefe? ¿Así?).

Soy el Bloguer Becario (BB) de LCV.

Este es mi primer texto gastronómico, un gastrotexto como escriben esas personas --¡a las que tanto admiro! ¿voy bien, Jefe?-- que colocan el prefijo gastro ante cualquier palabra para hacerla más... gastronómica. Pronto alguien descubrirá lo gastrogastronómico para dar énfasis, vaya, para ser gastroenfático.

Afronto este trabajo --gratis, me dice el Jefe, como todos los que vendrán-- con cierto temor porque soy un ignorante. No sé nada sobre gastronomía, ni sobre cocina, ni sobre productos, ni sobre cocineros, ni sobre restaurantes. Pedí la plaza de becario porque pensé que comería de gorra. Es lo que dice todos, ¿no?, que es una tarea para caraduras.

El Jefe me consuela y me invita a dar un vuelta por internet para que picotee en los blogs y leo con horror que algunos bárbaros hacen de esa ignorancia su virtud. Como si escribieran: "No sé nada, no conozco a nadie, no me interesan las personas, no quiero saber nada pero los juzgo a todos". Bien, estoy más tranquilo. Me apunto a esa escuela. Al menos intentaré escribir sin faltas de  hortografía ortografía.

Aprovechando que el Jefe tenía que viajar a San Sebastian Gastronomika como presentador, me añadió a la expedición en el papel de porteador. Es que el Jefe es muy señorito y requiere de un ayudante que arrastre el trolley y lo coloque en el portaequipajes del avión. Que su brazo incorrupto está para las labores prestigiosas y no para esas "minucias de estibador".

Desde que contrató ("pero sin cobrar, eh, que luego te acostumbras al dinero y no hay quién te desenganche"), no me ha dejado tocar el ordenador, excepto para limpiarlo.
Le pido, por favor, y me lo concede, fotografiar y escribir los pies ("que sea con uñas, eh") de unas pocas imágenes.

Por primera vez estoy en San Sebastián, por primera vez acudo un congreso (estuve en uno de medicina, pero como cobaya) y es mi debut como bloguero gastronómico.
Que San Carpanta se apiade de mi estómago inexperto.







"Si tienes que entrar, entra a lo grande", me aconsejó el Jefe. Y le hice caso. Eran las cinco y media de la tarde y tenía un hambre de tyranosaurus.

Me colé en los bajos del Kursaal (que bonito es el idioma vasko con sus bien repartidas kas) y fui tras el olorcillo de la brasa. Yo soy de bistec finito de supermercado, así que cuando vi las carnes opulentas pensé en una figura de Rubens abierta en canal (sí, es verdad, el Jefe me ha añadido una frasecilla de las suyas).

La mejor merienda de mi vida. Los bollycaos, pa los cerdos. A mí, la ternera me hace bola. Esta no porque era, me instruyó el camarero, un corte de "vaca vieja". Qué quieren que les diga, será terminología de entendidos, pero a mí eso de vieja me da mal rollo. Porno para desdentados.

Ahora me pongo estupendo, como me han aconsejado: costra brillante, buena grasa, sal gruesa, corazón rojo, textura a la vez mantequillosa y firme (¿es eso posible, Jefe?). No creo que la encuentre en el súper de la esquina. Pero preguntaré a la dependienta filipina.    







Este señor tan simpático se sentó delante. Si a mí me trajeron una carne de rechupete, la suya debía de ser la quintaesencia. Estaba a mitad de un chuletón (¡a las seis de la tarde!), cuando se lo cambiaron por otro, ¡mejor!

El Hombre Dicharachero me preguntó: "¿Y tú de quién eres?". Y yo le respondí: "Soy el hijo de la Alfonsa". Se dio por satisfecho. No sé de qué puede conocer a mi madre.

Sospeché que era alguien cuando se dio dos besos con el cocinero, a ver, lo apunté por aquí, Josean Eizmendi, del asador Illarra. Primero pensé: "Ves, dicen que los vascos son conservadores y mira, dos hombres adultos besándose". Después supe que es lo habitual entre los miembros del oficio, una muestra de afecto y complicidad. Sé que eso también lo hacen los teatreros, así que ahora entiendo cuando equiparan a los cocineros con las estrellas. Baba y lentejuelas.

El Hombre Dicharachero, de que desconozco su nombre pero que averiguaré, se despidió con una invitación: "Hace mucho que no veo a tu madre, salúdala de mi parte y a ver que día os veo por el restaurante". Qué orgulloso estoy de mi madre. Pensé que nunca había salido del barrio y es famosa hasta en San Sebastián. ¿Qué locuras hizo en su juventud? Ay, Alfonsa.


 







Solo vi al Jefe antes de la cena: tenía a tantos a los que saludar y tantos abrazos ennatados que dar... Es también un poco mariconcete porque se besa con cocineros.

Se le veía contento: "Dentro de un rato vas a tener una de las mejores cenas de tu vida". No iba a ser difícil. Mis cenas suelen ser una mierda.

"Iremos a Zuberoa". ¿?  "Sí, hombre, la casa de los hermanos Arbelaitz, Hilario y Eusebio". ¿? "¿Es que no sabes nada?". Ahí me ha dao. No dudo que ese sitio, Zuberoa, sea un restaurante de postín pero hasta este momento mi top es La Tagliatella.

Un taxi nos trasladó hasta la población de Oiartzun --preciosa en la oscuridad-- y se detuvo ante un caserío con escudo nobiliario, con dos zorros esculpidos. Me sentí una gallina. El Jefe había quedado con unos periodistas, que además eran ¡amigos!, toma castaña, verdaderos especialistas en lo de llevarse cosas a la boca y sacarlas de ella en forma de palabras (Jefe, que no escriba por mí, coño).

Eusebio Arbelaitz nos recibió con tanta gracia como respeto. Estoy más habituado al escupitajo que al afecto, así que me sentí Sissí Emperatriz. Nos habían preparado una mesa redonda en la terraza, cosa que los periodistas apreciaron. Al parecer era un espacio disputado que los guiris reservaban con mucha antelación.

De los dos vinos que sirvió don Eusebio, hice gárgaras de alegría con el Pago de Carraovejas Cuesta de las Liebres. No cabían más animalillos en la etiqueta. Entiendo que haya vida más allá del tetrabrick. Estaba más bueno que Ángela Molina. Cuando Ángela Molina estaba buena.

¿Y la comida? ¡Diez platos! No entendía cómo aquella tropa era capaz de rebañar hasta la última gota de salsa, sobre todo, las señoras, estupendas. ¿Con qué conjuro, píldora o faja controlaban el tipito? No podía saberlo.


No revelaré la conversación, jugosa y malévola, porque tuvieron a bien acogerme y tratarme como a un igual, aunque el jefe, cabrón, les había advertido: "Como si no estuviera, como si fuera un gueridón". No sé que es eso, pero gueridón será su pu...


A falta de conocimiento para comparar, Zuberoa me pareció lo más, así que juro, al estilo de Lo que el viento se llevó, no volver nunca más a La Tagliatella (al menos, hasta el mes que viene).


Lloré con dos platos, sí, soy un sentimental, es que, entiéndanme, no estaba preparado. Con la panceta curada de ibérico, calabaza ahumada, soja y vinagreta de cítricos y con el huevo escalfado, puré de fuagrás y fumet de trufas. Lo copio del menú porque excepto el huevo, la panceta y la calabaza, los otros ingredientes eran para mí tan indescifrables como los jeroglíficos.


Y, de postre, la mejor tarta de queso del mundo. Se lo solté así, solemne, don Hilario hace usted la mejor tarta de queso del mundo. Y él, benévolo, me sonrió, acostumbrado al elogio. Se ve que hasta Bruce Springsteen se lo había dicho. Vale, pero mi ídolo es Raphael.


Don Hilario se sentó con nosotros, fue muy simpático, estuvo intercambiando anécdotas y chascarrillos con los periodistas y yo me pedí un gintónic y después otro y después... El Jefe comenzó a mirarme con cara de asco. Sí, ya sé que detesta los gintónics. Pero por eso lo hice. Lo que pasó después...


Lo dejo para la siguiente crónica. Le he encontrado gustillo a eso de darle a las teclas.


Se despide de ustedes hasta nueva conexión.



El Bloguer Becario, a partir de ahora, BB.                                                                                                
     





Comentarios

  1. Yo creo que el artículo es genial, claro que, yo de esto no entiendo. Ni de nada. Pero me ha gustado. Mucho.

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  2. [Esto lo firma BB]
    ¡Mi primer comentario! Qué ilusión. Muchas gracias, un estreno... algo aturullado. Mucho mosqueo en twitter. Y también cachondeo. Chico, no llego a más. Como dice Santiago Segura, uno de mis referentes intelectuales: ¡amiguete!

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  3. Una crónica ecselente. Sigue asín que vas por buen camino. Aunque se te intuya algo mayor con esos gustos que gastas: Raphael, Mónica Molina... ¿No serás un ex-parado mayor de 45 verdad? Si es que la cosa está malamente. Ala, suerte y a la tecla.

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  4. [Esto lo firma BB]
    Primooooo, cuánto bueno verte por aquí. Sí, pasados los 45. Ni 'pa' llevar agua me quieren.

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