Restaurante Petit Pau // Barcelona
[Este restaurante ha cerrado]
Petit Pau
Espanya Industrial, 22. Barcelona.
T: 93.331.32.75.
Precio medio (sin vino): 25 €.
El alma de Pau
Pau Gascó es un
vendedor nato: se enrolla de maravilla con los clientes, les cuenta la carta al
detalle, bromea, si hay personas mayores, las conquista. Simpatía por el
diablo. “Hay cocineros que son Rolling Stones; otros, Beatles. Yo soy más Sex
Pistols”.
Recuerda con admiración a Jean Luc Figueras y la actitud punk. Un
tatuaje en el brazo derecho habla del 15-M. Explica retales de la biografía y
hay peripecias por Italia y Corea del Sur y por restaurantes canónicos como Via
Veneto y con unos cuantos chutes de dolor. Petit Pau es lo contrario: la
alegría de vivir.
“Cada local tiene un alma”. Le preguntó cuál es la de Petit
Pau. Y le resulta difícil responder, como les sucedía a sus alumnos en la
escuela de hostelería cuando comenzaba las clases: “¿Qué es alta cocina?”.
Petit Pau es pequeña
gran cocina, esa Nueva Cocina de Barrio otra vez reivindicada. Esta vez toca Hostafrancs/Sants,
cuyo músculo gastronómico aumenta.
“Cuando era niño había venido a este local a
alguna comunión. Mi escuela estaba muy cerca”. Podría pasar por bistronómic y
por casa de comidas, o por garaje, por su tamaño. No sirve tapas: alivio. Mini
carta para mini espacio: solo 16 plazas. Marc Agelet al fuego y Pau al
servicio. Es difícil decidir si el restaurante está en la cocina o la cocina en
el restaurante.
Más características:
solo tienen tres vinos, “y otros tres por si acaso, a otros precios”. Pues
vale, el tinto Intramurs 2013. ¿Por qué tres? “Porque queremos descargar al
cliente de responsabilidad. Cambian según temporada o cuando nos cansamos”. También
por estock: Can Boneta, otro lugar mini, también opta por la bodega jibarizada.
Y una vieja novedad: la recuperación
del carro de postres, que después de emigrar ha regresado al circuito tecnoemocional,
al Miramar y a El Celler de Can Roca. La refundación permanente.
Pau tiene mucha
personalidad: ha llegado aquí después de deslomarse. Ha delegado en Marc,
formado con la generación perdida
(Paco Guzmán, Paula Casanovas, Flip Planas), la responsabilidad de los platos:
“Propongo y discutimos”.
En la línea “clasicorra”, las almejas con ceps
confitados y crema de leche, bien, en el límite de sal. Un paso más allá, el
#arrozparauno con bogavante a la plancha, servido en sartén con mango, de lujo.
Sigo avanzando: la corvina con agua de mejillones, me interesa la simplicidad
del caldo y lo bien que viste el pescado (añadiría alguna hierba fresca y
puntiaguda, melisa, tomillo).
Y el platazo: espalda
de cordero, confitada y desmigada, con torta extremeña, acompañada con tomate
salteado. Le digo a Pau que es una de las mejores hamburguesas de la ciudad (no
es una burger, eh) y él responde:
“Entre nosotros, de broma, decimos que es shwarma
cheese burger”.
El carro rueda y trae un strudel versionado, pasta brick con relleno. Encargan el dulce al
obrador austriaco Zucker, de Georg Pirker.
“Cada local tiene un
alma”. El alma de Petit Pau es Pau. Que comienza a estar en paz.
Atención: al arroz al horno que promete Pau.
Recomendable para: los que de
primero-segundo-postre.
Que huyan: los que sufren claustrofobia
gastro.
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