Restaurante Bao Bar // Barcelona
[Paco Pérez ya no asesora este restaurante]
Bao Bar
Arimon, 48. Barcelona.
T: 691.403.599.
Precio medio (sin vino): 20 €.
‘Bao boom’
La primera pregunta a
Paco Pérez (Miramar, Enoteca) y Albert Forment (dueño con Javier Planas de Bao
Bar, amén de La Royale, L’Eggs y Doble) es sobre el nombre: ¿bao o bun?
¿El término con el que en Asia se refieren a los panecillos al
vapor o el nombre en inglés (bun/bollo)
que ha popularizado David Chang en Nueva York –extendido por el mundo– desde el
2004?
Paco dice “bao y bao”, que así lo ha comido en Londres,
Hong-Kong o Bangkok. Bao, pues. Bao
Bar, lo llaman, con entrada independiente de la hamburguesería La Royale y en
el espacio que ocupó Black, que fue ideado como club.
Bao Bar es luminoso,
gráfica simpática, mesas altas para compartir y taburetes necesitados de
respaldo (¡esa espalda!).
Los líos no acaban en la introducción. El bao/bun abierto (rollo bocadillo) toma
impulso en Barcelona: Sagàs, Koku Kitchen Bun. Estamos a las puertas del bao boom. Para confundirnos más, algunos
cocineros almacenan mini panes de burger
o molletes andaluces y los venden como bao/bun.
Sigamos enredando: ¿dónde metemos los xiao
long bao, masas cerradas?
Pregunto a Meilan Kao, la jefa de Kao Dim Sum: “Literalmente
bao significa envolver, envoltorio,
bolsa, bolsita. Normalmente se rellenan con cerdo, pero pueden ser otros tipos
de carne, verdura, tofu. Abiertos o cerrados. En Taiwán son abiertos.
En China suelen ser cerrados”.
Paco se lo ha currado.
Comí realmente bien.
Los baos son
buenos, pero el resto de la carta guarda platillos potentes: el cebiche vegetal
con frutas, coco y aguacate; los mejillones con escabeche de algas, el
tiernísimo pulpo con mojo (en recuerdo de los tres días de vacaciones canarias
que el chef reserva en enero), la excepcional anguila frita con allipebre y el distinguido curry de
cerezas con pargo.
Podrían aparecer en la carta de un restaurante con afán y
músculo gastro. Separo de este quinteto ganador el milhojas de pincho moruno
que, según cuenta el cocinero Marcos González, son arrosticini de los Abruzos: buenísimo.
¿Y los baos? Usan una masa madre con seis-siete
meses, harina de la casa Ylla y un pequeño porcentaje de arroz, y hacen dos
tiradas durante el servicio para que sean frescos. Los llenan con maravillas.
Trilogía de wagyu: fricandó (un puntito de sal y perfecto), rabo con tendones
al palo cortado y la Burgerboom 007, cerrada y frita, nada grasa (carne, queso
San Simón y piparras).
Ante el panecillo de chipirón con huevo y beicon, Paco
dice: “Es marrano”. Y qué bien sabe. Tomo té de melocotón, mandarina y tomillo.
“¿Por qué hay que beber siempre alcohol?”, discurre Paco. Pues brindo con el
sake Kuroobi Yu-Yu.
Para terminar, helado soft
de manzana asada, que mana de una máquina en un lateral, con piña y coco.
Se ha advertido en la
crónica: llega el bao boom a Barcelona
y los de Paco Pérez están a la cabeza. ¿Quién se apunta a disputar el
liderazgo?
Atención a: la cocina
callejera de interiores.
Recomendable para: aficionarse a otro tipo de
bocadillos.
Que huyan: los de bocata de pan de
gasolinera.
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