Restaurante Al Kostat // Barcelona
Ronda de Sant Antoni, 41
Teléfono: 93.207.61.15
Precio medio (sin vino): 35 €
¿Macarrones? Aquí Al Kostat
Al Kostat: tiene un nombre arabizado pero es más catalán que Montserrat. Se refiere al rincón, en el comedor de Alkimia (de ahí la k compartida), que Jordi Vilà reserva para los platillos populares, y los popularizados, como el 'steak tartar' enriquecido con anguila ahumada, que lo acompaña desde hace años como alguien de confianza.
Lo nombró al principio Unplugged, pero recordar el nombre era más difícil que saber cómo se llama de verdad Bob Dylan. "Al costat de l'Alkimia", decían. ¿'Keda' claro?
Es un espacio secreto a la vista: comparte los servicios del restaurante con estrella, pero sus precios son de asteroide. Los bolsillos anchos pueden sacar al viento los billetes verdes ('espardenyes', chuletas y cabeza de gamba con caviar), pero también es posible comer como un rey destronado: macarrones gratinados con ragú de vaca.
Que un cocinero del escalafón superior se ocupe de los macarrones, de las croquetas (en una hoja de lechuga y con parmesano rallado) y de las patatas fritas (con tomillo, yema de huevo y aceite), quiere decir que está más por lo terrenal que por lo etéreo.
Vilà se interesa por preparaciones que los espadachines de la alta cocina y el florete olvidaron después de las primeras prácticas: la tortilla. O el flan, entre los mejores de esta ciudad del millón de tiramisús.
Bueno el arroz con escórpora a la brasa, al que le sobra la (rara) endibia con limón.
¡Y que el 'paelló' no sea antiadherente!
Es un espacio secreto a la vista: comparte los servicios del restaurante con estrella, pero sus precios son de asteroide. Los bolsillos anchos pueden sacar al viento los billetes verdes ('espardenyes', chuletas y cabeza de gamba con caviar), pero también es posible comer como un rey destronado: macarrones gratinados con ragú de vaca.
Que un cocinero del escalafón superior se ocupe de los macarrones, de las croquetas (en una hoja de lechuga y con parmesano rallado) y de las patatas fritas (con tomillo, yema de huevo y aceite), quiere decir que está más por lo terrenal que por lo etéreo.
Vilà se interesa por preparaciones que los espadachines de la alta cocina y el florete olvidaron después de las primeras prácticas: la tortilla. O el flan, entre los mejores de esta ciudad del millón de tiramisús.
Bueno el arroz con escórpora a la brasa, al que le sobra la (rara) endibia con limón.
¡Y que el 'paelló' no sea antiadherente!
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