El hipo de ideas de Albert Adrià







Albert ensaya con las tortillas elaboradas en Tickets para su siguiente aventura, si en medio la cabellera, que en un tiempo fue la de Harpo Marx, no se enreda con otra cosa. Tiene ya el ojo rubio, de halcón perdiguero, puesto en el local, cercano a las Ramblas y a su domicilio, para ese restaurante mexicano, que es famoso antes de existir, y que podría llarmarse Tijuana Blue.
"La que ha liado Ferran". Porque Ferran lo explicó en México y fue como haber anunciado en la Casa del Rey que se abría la veda de elefantes.

Albert cuenta más cosas en un hipo de ideas.

Que inaugurará una tienda para vender los utensilios de Tickets y la completará con una barra japonesa para ocho personas.

Que el  41º, que comenzó como coctelería, reabrirá el 24 de abril como restaurante total para una experiencia con los seis sentidos. Y, a lo mejor, el séptimo, comprado por internet.

Que costará 251 euros, precio final, bebida incluida. "El 1 del final por el 41". Se verá para qué sirven los otros 250.

Que solo servirá a 16 personas y cada una tomará 48 cosas. Vaya, no hay manera de cuadrar el 41. No le agrada la exactitud de los números redondos.

Que el comensal vivirá diversas acciones: cliente en movimiento.

Que la música, la iluminación, la decoración y las imágenes envolverán el hipertapeo. Sí, de verdad, espectáculo en el Paral.lel, dinamitando la cuarta pared.

Que ha tardado cinco meses en estar listo.

Que no es El Bulli ni el Mini Bulli. ¿Y el Bullini? En La cocina de los valientes escribo, ya desde el prólogo (página 18) sobre los restaurantes sensoriales del futuro. Comienza la era de la inmersión: bucear con la cabeza fuera del agua. No es la Era de Acuario, sino la Era del Acuario.

Que Ferran Adrià, en una conversación posterior, dirá: "No veas tú que pollo ha montado. Será uno de los restaurantes más deseados del mundo".

Que ¡no habrá platos! Comer con los dedos y después santiguarse. "Solo el postre. Lo he hecho a propósito para darle importancia a algo que, por cansancio del comensal, pasa desapercibido". El plato como altar o marco.

Que el que escucha a los Adrià puede sufrir un ictus cerebral por el aturdimiento.





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