Los rollitos de cordero de Jordi







Anoche, mientras preparaba una cena itinerario por algunas cocinas del mundo, encontré un botecito con la mezcla garam masala que mi amigo Jordi Saladrigas me trajo tras asistir a una boda en la India.

Jordi murió un mes de abril. Hace diez años.

Cada 23, celebraba su santo, Sant Jordi, con un paseo entre las flores y los libros, las hojas rosas y las hojas blancas, y una comida con Marel, su mujer. Siempre hizo fiesta ese día que en mi imaginario es soleado y con una brisa limpia, renovadora. Aunque llueva, el 23 de abril está señalado con luz.

Conservo poco garam masala y quise compartir la memoria de Jordi con amigos –Pau, Rosa, Pumping, Núria, Isabel y Xavi, y Goretti, claro, la primera– para los que organicé la excursión o zozobra gastronómica por Italia, Perú, Japón, México, India y Marruecos.

El garam masala está en los rollitos de cordero, realzados con otros aditamentos, la menta fresca, la menta seca, el jengibre molido, el ajo en polvo, la cúrcuma, la pimienta negra, el pimentón, la sal. Un cuscús con frutos secos pasados por la sartén. Una salsa de yogur griego con curry y otra de mermelada de cebolla y tomate.

Jordi apareció en esos rollitos especiados. Solo dos de los comensales lo habían conocido. Xavi lo recordaba de un concierto de Van Morrison, el cantante con malas pulgas y sombrero y una voz que invita a llorar .
Brindamos por Jordi.
Lo añoro.





Todo lo que queda está en el botecito de cristal con un letrerito de letra condensada.
Aún conserva el perfume.





Post post: no olvidéis que mañana firmo libros en Barcelona, en la librería Laie de la Pedrera a las 18.00 horas.



    

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