Fotos, sí / fotos, no
Luto por un fotógrafo. |
MIRAR. El entierro del fotoperiodista Paco Elvira, un hombre bueno, concentró a cientos de fotógrafos. En tiempo de saturación gráfica, en el que todo el mundo retrata y es retratado, los profesionales guardaron silencio visual como tributo al amigo caído. Nada en las manos, desoladas, solo el calor de los reencuentros. Ningún smartphone, mini cámara o enorme réflex agitó el aire. El mejor homenaje al fotógrafo fue no hacer fotos.
MILAGRO. Desde que Francisco es Papa, el yogur ya no caduca. Es el primer milagro.
PATILLA. Junto a la plaza de Sant Jaume, el museo más singular de la ciudad, el MIBA, obra del iconoclasta Pep Torres, inventor y más. Museu d’Idees i Invents de Barcelona. Niños alborotando en sábado. Exponen ideas enloquecidas transformadas en prototipos, o en objetos comerciables, como la máquina de huevos cuadrados. Entre utensilio y utensilio, carteles con una frase clásica: “No tocar”. El hombre es vidente y alfabetizado, sabe leer, lo acompañan una mujer y una niña. Ante la ausencia de vigilantes, viola el MIBA. Se coloca unos patines galácticos. No tocar. Se aprieta unas gafas de graduación universal. No tocar. Se comporta como si estuviera en unos grandes almacenes, eligiendo caprichos. Orgulloso, da explicaciones a la familia a lo Bacterio pringoso. Qué papá más cachondo, niña. Y tú, vengador, querrías meterle una patilla de las gafas de graduación universal por una oreja y después por la otra. ¡Gilipollas!
TOCAR. Además de los carteles de No tocar en la parte expositiva del MIBA, hay otros que invitan entre admiraciones: “¡Está recomendado hacer fotos!”. Nada que ocultar y mucho que mostrar.
PAELLA. Lo auténtico, he escrito otra vez sobre esto, tiene poco prestigio. Es lo falso lo que nos atrae, a lo que damos crédito. A finales de marzo, organizaron en Nueva York un concurso de paellas. Sí, es una historia terrorífica. La valenciana, la ortodoxa –si es que se puede aplicar ese adjetivo a un plato heterodoxo–, quedó la última. La ganadora fue un cubo de basura: pollo, chorizo, pimientos del piquillo y caracoles (raro, raro, los norteamericanos se alejan del gasterópodo por rastrero). El segundo premio se hundió en un lodo amarillo picante, una paella asiática-cajún (¿eso no se llamaba jambalaya?), empatada con otro comistrajo, un arroz negro con una vinagreta de almendras. Me aguanto el estómago para no completar la obra con una aportación gástrica. Snif, pobre paellita, deshonrada entre rascacielos, degradada a alquitrán de Broadway.
HOLOGRAMA. Presidente plasma. Presidente plasta. Sospechamos que Rajoy es un holograma. La desgracia es que nosotros somos reales, queremos presidentes reales, queremos soluciones reales.
FOTO. Estamos inmersos en la hiperdocumentación. Los historiadores del futuro se suicidarán intentando comprender la obsesión por fotografiar. Pretendemos ser inmortales y morimos en cada flas.
Qué desolación!. Hacía un tiempo que descubrí su blog y lo iba siguiendo de tanto en tanto. Porqué?????
ResponderEliminarPaella con chorizo y piquillos: aaay, cuanta incultura nos rodea!Yo tengo otra para añadir. Hace ya unos cuantos años, unos holandeses pidieron una paella mixta(soy hostelero)y, cual fué mi sorpresa cuando al servirla en la mesa pidieron macedonia de frutas (¡de bote!)y tabasco, que se mezclaron con el arroz!!!!Sería para evitar el tapón?
ResponderEliminarPaco tuvo un accidente en la roca Falconera. Una desgracia.
ResponderEliminarRespecto de la paella, tu experiencias es la-más-heavy-que-he-leído.