Restaurante Can Xurrades // Barcelona
Can Xurrades
Casanova, 212. Barcelona.
T: 93.217.30.97.
Precio medio (sin vino): 40-45 €.
Menús: 19 y 15 € (mesas entrada).
Paleococina
Rafa Martínez quiere
gustar y complacer, se esfuerza. Acaba de mudarse de Gràcia al Eixample, de una
taberna a un restaurante.
Cuando escuchas su historia con humo dikensiano, te
enterneces: cómo tuvo que ponerse a servir con 14 años, cómo aprendió el oficio
deslomándose, cómo encontró un socio para abrir la taberna y lo dejó tirado,
cómo hizo un estudio de mercado a su manera en busca del lugar idóneo, cómo se
especializó en carnes rojas, cómo repartía centenares de flyers para atraer clientes.
“En esos papelitos lo contaba peor de
lo que era. Porque quería que fuera una sorpresa, no una decepción”. Fundó Can
Xurrades en 1997 con su mujer, Paqui Esteban, y lo acaba de refundar en ese espacio
que ocupó el restaurante de César Pastor en la calle de Casanova. Es un lugar
amplio, de techos altos, sin obstáculos. El comedor barcelonés habitual es de
tamaño mini, o de enrevesada disposición.
Voy a Can Xurrades en
busca de la paleococina. Sé que Rafa se ha especializado en chuletón de buey de
raza sayaguesa, descendiente del bos
taurus ibericus, animal tremendo inmortalizado en las cuevas prehistóricas.
Probé por primera vez la ternera sayaguesa hace al menos 30.000 años en el
restaurante Le Quattro Stagioni, ya cerrado, y viajé al taparrabos y a la punta
de sílex.
Rafa me invita a pasar
a la cocina, donde quema el carbón de la brasa de encina. Atempera unas carnes:
“El buey de León, la vaca de Ávila, lecheras ente ocho y 12 años; y la ternera
de Galicia de unos 10 meses. En Catalunya tengo la exclusiva del bos taurus ibericus”.
La cabaña de
Bueyes de León pasta libre, elefantes
cuernilargos que pesan más de mil kilos y cuyas carnes maduran en cámara unos 60
días.
Rafa se mueve con
nervio, saluda a unos y a otros, toma nota, da explicaciones, hace pedagogía
bovina.
Mantiene la misma carta que en la taberna: no quiere que los clientes,
comensales fieles y sanguíneos, crean que el cambio de ubicación es de estilo. Siguen
con el bacalao, los caracoles y las verduras a la parrilla. Yo he venido a otra
cosa, aunque antes me entretiene con unos abrebocas (“Can Xurrades se refiere a
las chorraditas con las que comencé”), de los que destaco la croqueta de
chipirón y el trinxat de butifarra
con cebolla y fuagrás.
Y la lata de anchoas de Sanfilippo, que requiere de “un
protocolo”: abrirla ante el cliente. “Así me gané la confianza de los elaboradores”.
La vende a precio de tienda, 19,50 euros, y lo hace para que pasen cosas, para
que haya movimiento.
Por fin, el carrito
chuletero. Un soporte de metal y, encima, una piedra caliente en la que cuece
la pieza troceada. Rafa pregunta cómo la quiero: prehistórica. Deja trozos de
grasa sobre la ardiente base. Cuando la grasa está crujiente, la corto a
trocitos y aliño el chuletón. Bebo la sangre del priorat Mistik 2010.
Poseído por la magia
simpática, homenajeo a un animal que fue mítico. Y lo como con respeto y en
silencio.
Atención: a la sala
privada con parrilla regulable.
Recomendable para: los paleocarnívoros.
Que huyan: los que se agobian con el humo.
buey?? mas bien vaca vieja no??. Las cosas por su nombre por favor
ResponderEliminar"Buey de León, la vaca de Ávila, lecheras ente ocho y 12 años; y la ternera de Galicia de unos 10 meses".
ResponderEliminarDe la empresa Bueyes de León.