Restaurante Bambarol // Barcelona
Bambarol
Santaló, 19-21. Barcelona.
T: 93.250.70.74.
Precio medio (sin vino): 20-25 €.
Más guisos
La cocina de autor ha
sido levantada sin onomatopeyas, a diferencia de la popular que tiene como
atractivo el chup chup. Tan cómodo me
encuentro entre pipetas como entre cazuelas, con la condición de que quien esté
al mando de la nave sepa manejarla.
Únicamente son instrumentos: lo que cuenta
es la mano (lo que cuenta es la cabeza). Albert Ferrer y Ferran Maicas tienen dos
cabezas y cuatro manos, y una inteligente manera de gestionar Bambarol: se
turnan fuera y dentro, sala y cocina.
Bambarol
es el nombre que dan en Almenar (Segrià) a la amapola. Almenar es la abuela de
Ferran y los guisos. Otra mujer entra en juego en el restaurante: la suegra de
Albert, que inspira platos y provee de ingredientes, como las piparras
estupendas que acompañan las orejas picantes de cerdo, con la adecuada
carnosidad, poco cartilaginosas.
Cuando Ferran me canta
como plato del día el fricandó de lengua de ternera con carreretes me apunto con entusiasmo. Es el tipo de preparación que
exalta al gurmet y aleja al timorato. La víscera estofada es vianda de primera.
La lengua se deshace como llata. El
fricandó sabe de maravilla. Deberían tenerlo siempre, aunque solo sea para la Resistencia,
ese público que ama la densidad.
Esta es una casa de
comidas con alma festiva, para la francachela y el copeo: tendrían que aumentar
la dotación de vinos a copas. Bebo dos tintos, Octubre, del 2013 y Honderas,
del 2007, bodega de la que es sumiller ¡el suegro de Albert!
Después de trabajar
para Xavier Franco en Saüc (cómo me gustaba en el emplazamiento original, poderío
bistronomiquero) y ayudarlo en el traslado al Hotel Ohla, Albert y Ferran se
asociaron para soplar amapolas en junio del 2013.
Durante años solo han servido
a las noches de la calle Santaló y, desde hace unos meses, atienden a los
clientes también los mediodías.
En otra visita le di al cap-i-pota, a las rabas de pollo (qué buenas eran las de Albert
Adrià en Inòpia), a las croquetas y algunas cosas más y esta vez me toca la
ensaladilla rusa con ventresca (buena, aunque fría y algo seco el bonito).
Me
desentumezco con el arroz del día, #arrozparauno de calamar y alcachofa, de repetir.
La tarrina
de rabo de vaca es un buen ejemplo de cocina enmoldada: entarrinaron mucho al principio de Bambarol porque les permitía
organizarse. Hay lucidez en la manera de entender el restaurante.
Ferran insiste en que
pruebe el cheesecake, pilar
(esponjoso) de la casa. Ignoraba que hubiese una ruta barcelonesa del cheesecake (lo digo de nuevo: ¿por qué
no pastel de queso?). El de aquí merece parada. Aunque nunca he probado uno
mejor que el de Zuberoa.
Más
guisos, más guisos, más guisos.
Diferenciarse, cuanto antes, de la oferta monolítica
de Barcelona, pervertida por croquetas, bravas y ensaladillas.
Atención: a la
simpatía de los camareros.
Recomendable para: los que quieran tapeo de altura
en Upper Diagonal.
Que huyan: los de “solo merlucita hervida”.
Como siempre leo tus comentarios de restaurantes con gusto.
ResponderEliminarEn este caso me lleva a una reflexión sobre los nombres de los vinos. Intento saber cual es la bodega del suegro de Albert usando google y colocando sus nombres (y algún elemento más para precisar la búsqueda) y es imposible saber de que bodega se trata.
Unos nombres menos genéricos serían útiles para individualizar su vinos. Nombres, etiquetas, mapas de puntos de venta,...son elementos de la promoción y marca de una empresa a pensar y diseñar con atención
Un saludo cordial y felicidades por tu trabajo
Muchas gracias por tu interés.
ResponderEliminarDiría que pertenece a Bodegas Concejo de Ollauri.
Tremendo!!! Aquesta es meva... Jajaja tot sigui per disfrutar...
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