Richie Hawtin, DJ Sake
Cada vez me atrae más el sake y cada vez me parece más escurridiza su comprensión. Antoni Campins lo bautizó con poética exactitud en el libro La seda líquida, y con ese mismo nombre ha etiquetado 1.200 botellas: arroz japonés y agua de Tuixent. Sake dels Pirineus: sería una DO formidable.
Encontré a Antoni en compañía del DJ Richie Hawtin, que aprovechó el paso por el Sónar para dar a conocer sus bebidas, que comercializa con el nombre de Enter. Los productores japoneses lo han nombrado samurái del sake y no sé si eso incluye una katana para el descorche.
De los que le elaboran en Japón, presentó cuatro. Me gustó el primero, Black. el más sencillo al decir de los expertos. El estilo –no pregunten– es honjozo: lo único que tengo que decir era que sus 14,9% eran traicioneros.
Bajaba por la garganta cantando como agua cristalina: puede que esa musicalidad agradara a Hawtin, DJ Sake.
El disc jockey eligió Pakta para la cata. Albert Adrià y Jorge Muñoz (Kyoko Li ya no está con ellos) repartían virguerías: nigiri de lecha, ensalada de pulpo con kimchi, cebiche de corvina.
Los blanquísimos sakes nos hicieron rodar como platos de DJ.
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