La industria del insulto

El pequeño me salió raro. El pequeño me salió rana.

ÍNTIMO. Un buen número de veces han salido a subasta objetos inverosímiles de famosos y partes íntimas de sus cuerpos: pelos púbicos de starlets, dentaduras de estadistas o cerebros de científicos en suspensión. El deseo de los fans por poseer una pertenencia de los ídolos, aunque sea un clínex usado o un peluquín ratero, difícilmente encuentran la comprensión o complicidad de los allegados, que realzarían la reliquia confinándola a la basura. ¿Qué placer alcanza el que acaricia los zapatos que –por nombrar a alguien– Michael Jackson calzó unas horas para grabar un anuncio? Esas piezas nunca tuvieron una relación verdadera con el cantante. Ni las eligió ni las quiso, capricho, sugerencia o imposición del estilista. Entonces, ¿qué los convierte en talismán?

CALZONCILLO. Otra cosa son los calzoncillos que Elvis vistió en uno de los últimos conciertos en Las Vegas antes de que la grasa y las drogas lo estrangularan. La prenda está gastada, amarillenta en la zona frontal, lo que –ahora sí– demuestra una relación profunda con el artista. Sin embargo, ningún admirador quiso los bóxers de Elpis Presley en una subasta. ¿Por qué?

LIMPIO. Pringosos, son bóxers que ladran. La razón del fracaso comercial es esa. En estos tiempos purgantes, la gente ya no compra cualquier cosa, esa trapería de lujo que nos conquistó. Ante los precios que manejan las casas de pujas, exigen que la prenda sea entregada limpia, planchada y doblada.

EUFEMISMO. La palabra independencia llaga la boca del president Artur Mas, así como rescate quema la barba de Rajoy. El eufemismo es la falsificación del lenguaje, equiparable al vermut Maritrini, las zapatillas Paridas y la ginebra Gordo’s. ¿Por qué conformarse con la imitación o el eufemismo pudiendo paladear la grandeza de lo original?

TARTA. Si Catalunya se separa de España, ¿qué harán los portavoces periodísticos de la ultraderecha? ¿A quién difamarán, sobre quién mentirán? Qué aburrido será Madrid, condenado a hablar sin tregua de Ronaldo El Triste. El insulto a Catalunya es una industria. Algunos empresarios de la comunicación ingresan millones fabricando descalificaciones, que ni siquiera son sutiles, sino tartazos de mierda en las caras. Lo sé: tampoco esta frase ha sido refinada ni elegante, pero es que esa repostería ha circulado a toneladas y los augustos agotaron el repertorio de sonrisas aguadas.

LODO. Sí, la independencia es posible y la algarabía de terroristas lingüísticos que llenan los foros de los diarios electrónicos y que se refieren a los catalanes con palabras fangosas, tóxicas, lodo radiactivo, verán cumplidos su deseo de que Catalunya abandone España. Los más concienzudos independentistas son ellos. Los que más han hecho por la secesión son ellos. Gritan: “Que se marchen, que dejen de robar”. Al menos un millón y medio de personas están deseando complacerlos. Y seguramente otro millón y medio más.

BRINDAR. Nadie quiere los gayumbos de Elpis ni un gintónic de Gordo’s. Buscamos auténticas banderas que alzar y bebidas legítimas con las que brindar.