Felip Llufriu deja Roca Moo y se aventura en Menorca
Joan Roca con Felip Llufriu en el renovado comedor de Roca Moo. Foto: Josep Garcia / El Periódico |
[Información publicada el sábado 25 de abril en las páginas Gourmet's de El Periódico]
El menorquín Felip Llufriu (Ciutadella, 1977) fue durante más de una década el jefe de cocina de Roca Moo, en el Hotel Omm, que como indica el nombre está bajo la potestad gastro de los hermanos de Girona. Una estrella de la cocina barcelonesa, señalado por la Michelin, que regresa a su isla después de 13 años en la estela de Joan Roca. «Se lo debo todo», dijo el miércoles de pétalos y hojas antes del último servicio. Servir es el verbo de la gastronomía.
Felip ha hecho las maletas y es su segundo, Juan Pretel, el que se se responsabiliza de la plaza. La misión es la misma: trasladar el ideario de los Roca a la capital, con la libertad de idear sus propios platos en el estilo roquiano, como hizo Felip.
En el recuerdo, pequeños monumentos como el canelón de piel de leche, los macarrones de puerro o los lletons de cordero, sabores tradicionales con soluciones de vanguardia. El cocinero en traslado elige una preparación por encima de las demás: «Cigala con curry, regaliz y rosas».
Quisiera volar de inmediato a Ciutadella para que Mon, su futuro restaurante, comience a girar. Pero un acto de amor le impide marcharse: está a punto de nacer –o tal vez lo haya hecho ya– su segunda hija.
«Mon es el posesivo. ¡Por fin puedo tener mi restaurante! También se refiere a mundo, a un mundo propio». Abrirá en junio, si los obreros cumplen, en un hotel en construcción, Can Faustino, en el casco antiguo de la localidad. «No quiero un restaurante de temporada, sino trabajar todo el año, convencer a los vecinos de que Mon es su casa». ¿Creatividad o tranquilidad? «Según lo que pidan».
Joan Roca le enseñó a «primar el producto sobre cualquier otra cosa». Técnica, tecnología e inventiva para resaltar el ingrediente. Es el propio Roca el que le dice adiós: «Estamos encantados con su trabajo y vamos ayudarlo en lo posible. Es un gran gran cocinero». Dos veces grande.
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